1. El Principio de bipolaridad (1ª entrega)
Resumen. En la 1ª entrega de
la Teoría social se explica el principio de bipolaridad como principio básico
del desarrollo, poniendo de manifiesto que si bien es cierto que es un
principio fundamentado en la desigualdad, también lo es que en dicha
desigualdad se apoya el crecimiento y la evolución social. Esta desigualdad no se
debe entender como tal sino como un reservorio (polo o potencial)
imprescindible para la creación de un flujo de riqueza y desarrollo, justo el
que está faltando ahora por otras causas. Para ver que esto es así sólo hay que
darse cuenta de cómo los pueblos subdesarrollados sólo pueden repartir su propia
miseria, porque sólo mediante la acumulación de excedentes en un polo hay una
posibilidad real de inversión y de todo lo que ésta produce. La cuestión, por
tanto, no es anular la desigualdad totalmente, que es contrario a la lógica y a
la vida —o a la naturaleza de las cosas—, sino conocer la forma en la que opera
para hacerla mínima y efectiva, esto es, compatible con el crecimiento, el
desarrollo social y la dignidad humana; y conocerla para hacerla
—contrariamente a lo que ha venido sucediendo— predecible y gobernable.
A partir de aquí estableceremos un modelo que nos permitirá ambas cosas.
Nuestro mundo está apoyado en la realidad aristotélica y en algunos principios, como el principio de civilidad (Derecho romano) como fórmula de Ordenamiento social, y el principio de bipolaridad como principio más general y básico del desarrollo. Son muchos los ejemplos en los que se pone en evidencia el principio de bipolaridad como fundamento del funcionamiento y del cambio de estado de las cosas, háblese de la caída de un cuerpo y la diferencia de energía potencial del estado inicial al final, háblese de la circulación de un fluido por el diferencial de presión, háblese de la circulación de corriente en un circuito eléctrico a causa de la diferencia de polaridad de la pila o fuente que lo alimenta.
Nuestro mundo está apoyado en la realidad aristotélica y en algunos principios, como el principio de civilidad (Derecho romano) como fórmula de Ordenamiento social, y el principio de bipolaridad como principio más general y básico del desarrollo. Son muchos los ejemplos en los que se pone en evidencia el principio de bipolaridad como fundamento del funcionamiento y del cambio de estado de las cosas, háblese de la caída de un cuerpo y la diferencia de energía potencial del estado inicial al final, háblese de la circulación de un fluido por el diferencial de presión, háblese de la circulación de corriente en un circuito eléctrico a causa de la diferencia de polaridad de la pila o fuente que lo alimenta.
Las sociedades crecen entre dos
polos, cualquier cosa que tiene que avanzar tiene que hacerlo con una
determinada diferencia de potencial entre dos puntos, por una desigualdad. La
desigualdad en la sociedad ha estado propiciada por la iniciativa y el deseo de
los emprendedores, y se ha materializado en los artículos de un cierto valor
añadido que llevan aparejados unas determinadas plusvalías y, de una forma más
general, un distanciamiento progresivo entre precios y salarios o inflación del
beneficio. El incremento de riqueza se produce por este diferencial, aunque el
mismo no sea nada más que una consecuencia de la fijación arbitraria del precio
de las cosas (incluyendo, el de la mano de obra) regulado finalmente por otros
factores objetivos como la oferta y la demanda.
Podemos entender cómo funciona el
sistema económico y financiero, y una ejemplificación de la inflación del
beneficio, si imaginamos a tres grupos de trabajadores que intercambian sus
productos, por ejemplo, pan, carne y cereales, que son producidos por los
mismos a lo largo de toda una jornada laboral en las cantidades necesarias y suficientes
como para abastecer a todo el colectivo, es decir, que para cada grupo la
producción precisa representa el valor del trabajo, lo que implica que hay una
equivalencia entre el valor del trabajo de los diferentes grupos (o una razón
de valor uno). Podemos pensar que esta situación la podrían conformar, puesto
que no resta generalidad, un individuo de cada sector con el mismo factor de
proporcionalidad. Inicialmente los tres individuos intercambian sus productos
para asegurarse la subsistencia y como tal viven en ese régimen, más adelante
deciden darle valor económico a la mercancía, aunque éste siga conservando la
equivalencia. Este hecho no plantea problemática alguna hasta que uno de los
productores decide subir el valor económico de su producto (la carne, por
ejemplo), esto puede dar lugar, dependiendo de la situación de partida, a dos
situaciones. Si la situación inicial es estrictamente la planteada, los otros
productores no tendrán mercancía suficiente para adquirir toda la carne
necesaria lo que dará lugar a un excedente de carne en el ganadero y escasez en
los otros productores, pero si los otros productores tienen algún pequeño
ahorro dará lugar a una inflación del beneficio mediante el intercambio de esos
excedentes por el ahorro; en este caso, el ganadero obtendrá a través de la
suma de los pequeños ahorros un capital y una posición predominante respecto a
los otros, creándose una bipolaridad, un flujo de la riqueza y una acumulación
de capital. Podemos entender que sucede esto mismo si el movimiento de
capitales o la acumulación se produce como resultado del préstamo, esto es, del
flujo del capital como una mercancía más. En definitiva, para que se cree esta
bipolaridad y exista crecimiento debe existir un producto con un precio
excepcional y unos consumidores necesitados de él con ahorro suficiente —o la
capacidad de generarlo— para establecer un flujo de capital de los pequeños
ahorradores al proveedor de productos o servicios. Mediante este mecanismo no
sólo se produce este diferencial, al que llamamos beneficio, sino que se
produce otro equiparable entre el precio del producto y el coste de elaboración,
y, de otra forma, entre precios y salarios. De forma análoga, gran parte del
desarrollo del primer mundo está motivado o es consecuencia de la riqueza de
los países subdesarrollados y de este movimiento o flujo de riqueza. Como
consecuencia, cada mundo se mueve en una altura preestablecida de precios o
referencia predeterminada, de acuerdo al marco socioeconómico, que condiciona
el valor del trabajo de toda actividad (sólo hay que pensar en la diferencia
del valor hora de trabajo de un mecánico que realice una reparación en un país
y otro) y, por otra parte, la llena de artificio y de una circunstancialidad fácilmente
manipulable.
La cuantificación de la bipolaridad
es, en un régimen más general, consecuencia o resultado del sumatorio de
plusvalías, en el sentido de que el mismo representa esa parte del beneficio
del valor del trabajo que podemos trasladar de un lugar a otro, en este caso de
los jornaleros, tomados uno a uno pero considerados como un polo, a un único
productor, al que llamamos inversor o promotor y que representa el otro polo.
Esta plusvalía se integra en el valor del trabajo del promotor, sin
pertenecerle en origen, bien como valor de su promoción, bien como tasa de amparo
(feudo), o bien como gasto de amortización; bien para ser depositadas en los
bancos, como últimas depositarios o dueños virtuales de las mismas o bien para
ser invertida. Mediante la inversión derivada de la desigualdad se puede crear
un flujo de transformación, venciendo las resistencias (reacción y otras
dificultades) de la sociedad al cambio, y generar más bipolaridad. Por ese flujo
y ese cambio todas las sociedades y las culturas se desarrollan, avanzan y
perfeccionan sus sistemas económicos, pero todas en su avance dan lugar al
desarrollo de males congénitos, como los que nos ocupan, que terminan o pueden
terminar estrangulándolas.
La inflación del beneficio, que es
el principal factor del crecimiento económico y de la acumulación de capital,
está en los orígenes del capitalismo, que se presenta como la determinación
histórica de la bipolaridad económica, si bien que afectada por un sinnúmero de
elementos sociales, demográficos y ambientales que hacen de tal fenómeno un
hecho único o aislado en el espacio y en el tiempo, es decir, una concreción
especial de circunstancias, factores y causas contradictorias, que inciden en
la evolución y se materializan con una cierta distribución, y que hacen
imposible, por tanto, su generalización o extensión: lo que es válido para una
época no es válida en otra, lo que ocurre en una zona no sucede en otra.
Son tantas las circunstancias que la
realidad, el acontecer, siempre parece ir por cuenta propia, de modo que nada
ni nadie parece estar en situación de dirigirlo ni tan siquiera de explicarlo.
A lo largo de la Historia
las cosas han sucedido y luego el estudio revela que tal o cual circunstancia desencadena,
suma o resta, y que ella junto a un cúmulo de otros pequeños o grandes componentes
parecen ser, si no la explicación, sí el escenario factible para el progreso de
un acontecimiento. Es esta diversidad de circunstancias la que posibilita la
diversidad de modelos y la razón de que no exista una teoría comúnmente aceptada
capaz de combinar cantidades heterogéneas. Explicar cómo acontece este cambio
social y económico, hacer de esas cantidades heterogéneas otras homogéneas, ha
sido el trabajo de historiadores y economistas, pero ni los primeros tienen
mecanismos para la abstracción ni los segundos para la generalización o
extensión. En cuanto que hablamos de nuestra capacidad de conocer las cosas, y,
parafraseando a Kant, podríamos decir que los primeros tienen casos sin
conceptos (no aportan conocimiento) y los segundos conceptos sin casos (los
conceptos son vacíos). De este modo nos encontramos con dos ramas del entendimiento
humano sobre el desarrollo, el desarrollo económico y el social, que apenas se
tocan o se compenetran en un cuerpo teórico común; o no lo hicieron hasta la
aparición del modelo ideado por Karl Marx, que se presenta como la primera
“unificación de campos” o relación causa-efecto entre relaciones de producción
y fuerzas productivas (máquinas y hombres). Tal como se expresa en el prólogo
de “La contribución a la crítica de la economía política”:
Marx puso de manifiesto que las contradicciones entre
las fuerzas productivas y las relaciones de producción que surgen en una fase
determinada de desarrollo de la sociedad clasista son la causa principal de las
revoluciones sociales, de la sustitución revolucionaria de una formación
socioeconómica por otra más progresista.
O expresó el propio Marx:
En cierto estadio de su desarrollo, las fuerzas productivas
materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de
producción existente, o, lo que no es más que la expresión jurídica de lo
mismo, con las relaciones de propiedad en el seno de las cuales se habían
movido hasta entonces.
Por lo que, esas relaciones, como
formas de desarrollo de esas fuerzas productivas, se convierten en obstáculos,
o, tal como lo interpretó S.I. kovaliov:
La revolución social, o sea el remplazo de un modelo social
por otro, o de una formación económico-social por otra, se produce cuando la
armonía entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas se
encuentran fuertemente alteradas: cuando las relaciones de producción se han
transformado en trabas para las fuerzas productivas.
En efecto, el marxismo es la
primera aproximación, el primer intento de unificación de los aspectos
económicos y sociales en un concepto más amplio de desarrollo: la necesidad
económica de la transformación social. Pero este modelo, si bien explica esta
imbricación, no alcanza una representación suficientemente simplificada de la
realidad que nos permita no sólo explicar la transformación de unos modelos
sociales en otros (esclavismo, feudalismo, capitalismo y socialismo) a cargo de
las correspondientes revoluciones (de la aristocracia, feudal, burguesa y proletaria)
y los cambios en las fuerzas de producción, sino encuadrarlas en una realidad
superior o un esquema del comportamiento. Tanto es así que Marx, tal vez porque
desde su tiempo no tenía perspectiva histórica, se abstuvo de intentarlo y de
proponer el devenir del capitalismo. En opinión de Pierre Vilar
Marx, que osó proponer, precisamente a partir de una
“historia razonada”, una teoría de las sociedades, fue más prudente que todos
sus predecesores, pues no aportó ni filosofía, ni moral, ni abstracción
económica valedera para todos los tiempos, sino simplemente un método de
análisis y una serie de hipótesis, pendientes éstas de ser comprobadas mediante
la acción práctica en el campo de la política y mediante la investigación en la
reconstrucción del pasado humano.
A decir verdad, el modelo, como tal,
aspiraba a otros logros y contemplaba un perfeccionamiento ulterior y un
desarrollo de estas capacidades de predicción, y así lo han querido hacer ver
con posterioridad, mediante ensayo o recreación literaria, otros autores, que
seguramente hubieran tenido otras repercusiones si dicho avance (que culmina en
un panorama totalitario) no estuviera establecido en un contexto altamente
ideologizado y, por tanto, depreciado, como es el caso de Herbert Marcuse, o en
otro hipotético y visionario, como el de Orwell, que no ha alcanzado un punto
de verosimilitud y de encuentro con la realidad, y, en conjunto, una
arquitectura rigurosa o una extensión teórica natural del modelo inicial.
La perspectiva que no tenía Marx,
quizás sí la podamos tener nosotros, como consecuencia de haber alcanzado un
dibujo más global de la evolución humana —que contempla aspectos técnicos,
sicológicos y otros— y nos permita cuestionarnos nuevamente, al margen de la propuesta
anterior, si verdaderamente es un modelo suficiente o si está limitado y por
qué, si está preparado para comprender el último siglo o la actualidad, y, de
una forma más particular: ¿si lo que está ocurriendo ahora es significativo
socialmente hablando, y de qué carácter, de acuerdo con qué criterios; y si
responde en algún sentido a las mismas hipótesis?
Es evidente que sí ocurre algo, que
el sistema social y económico se puede convulsionar y se convulsiona, y
también, que todos los gurús de la economía no alcanzan a comprender, desde el
análisis de la realidad o el discernimiento teórico lo que está pasando, y, por
tal, a cada nuevo suceso se trata de abrir una nueva vía de explicación un
nuevo intento de inclusión, de integración, en no se sabe dónde: en qué sistema
o modelo. Los modelos existentes no explican, en buena medida, por no haber
alcanzado el grado de esquematismo necesario, no son capaces de discriminar
entre lo igual y lo distinto a todo cambio, entre lo necesario y lo contingente
en el desarrollo humano, ni en el orden socioeconómico que nos ocupa. En
consecuencia —y ya siendo más preciso—, no saben decir si cada suceso del que
hablábamos es un elemento de desarrollo o no, o discernir si está condicionado
o se debe a la propia inercia del sistema, y qué actitud tomar frente a él,
como requisito previo para que la
Historia no se haga sola (sea una sucesión de
acontecimientos), ni la hagan los hombres (intencionadamente o no) sino los
actos que acompañan a unas conocidas y claras intenciones.
2. El efecto transistor (2ªentrega)
Resumen. En la 2ª entrega se
desarrolla —a partir del principio de bipolaridad— un modelo económico apoyado
en el modelo del transistor bipolar, esto es, de un dispositivo electrónico de
tres terminales que tiene una curva característica de trabajo y un modo de
funcionamiento típico de muchos sistemas. El comportamiento viene determinado
por la diferencia de potencial entre los dos terminales principales, dando
lugar a formas de trabajo, y viene condicionado por el potencial del tercer
terminal, las resistencias del sistema, y la potencia máxima del mismo. El
comportamiento da lugar finalmente a puntos de trabajo del sistema (mapa de
estados) alcanzables por la modificación de dichos parámetros.
Nosotros
pretendemos utilizar un lenguaje aún más claro y menos ideologizado que valide
aquellos aspectos de la teoría anterior y explique otros, este lenguaje
sustituye los elementos económicos al uso por un único sistema y un único
concepto de funcionamiento adscrito al mismo, y una terminología aséptica. Por
la misma, cuando hablábamos de bipolaridad, o de dos polos, hablábamos de dos
alturas diferentes, o la diferencia entre ellas (distancia), por ejemplo, la
que se da en una pila de 9 voltios (con 9 voltios en un terminal y 0 en el
otro), o la que se da en un salto de agua o cascada entre la parte superior e
inferior. Este último ejemplo suele servir para ejemplificar el anterior, es
decir, para acercar el comportamiento del flujo eléctrico mediante la forma de
conducirse el flujo de agua, y relacionar la diferencia de potencial de un caso
(voltios) y otro (altura), que a su vez, nosotros relacionaremos con la
diferencia de potencial derivado de la acumulación de plusvalías en uno de los
polos.
Pero,
como dijimos, además de estos dos polos, existe una gran variedad y cantidad de
circunstancias, de elementos de intermediación, de factores, que establecen una
dispersión o contaminación sobre la acción primaria establecida entre ellos,
que nos impiden de una parte conocer el sistema y de otra gobernarlo. Nosotros,
de acuerdo con el esquematismo pretendido, vamos a concentrar todos los
factores moduladores o mediadores conocidos (demografía, clima, intervención
estatal, etc.) en uno, sin tener en consideración de qué tipo son. En este
caso, el crecimiento no estará sustentado en dos polos sino en tres, esto es,
en un tercer polo que modula el flujo establecido entre los dos primeros.
Decimos, por tanto, de acuerdo con esta analogía, que el sistema económico
opera entre dos potenciales o polos de diferente riqueza, como un circuito
eléctrico opera entre dos potenciales o polos de diferente tensión eléctrica
(medida en voltios) o un sistema hidráulico lo hace entre dos alturas (presión
del fluido), pero estamos diciendo más, pues estamos diciendo, según lo
expuesto anteriormente, que el sistema económico no opera entre dos polos sino
que existe un potencial o nivel intermedio, de riqueza excedentaria y, desde
otra perspectiva, de acción complementaria. Esta configuración es la más simple
y esquemática de la realidad y no admite objeciones, y es, a su vez, la de
muchos dispositivos electrónicos de tres terminales, y, en particular, la de un
Transistor, que lo es de un comportamiento característico.
El
comportamiento característico es, efectivamente, tan similar al que estamos
tratando que al igual que aquél viene determinado por dos tipos de aportaciones
que a su vez determinan la constitución del flujo, ya sea, según el caso, de
riqueza económica o de corriente. En un caso tenemos que un polo, al que
llamamos Emisor/Emprendedor (E), da al otro, al que llamamos
Colector/Clase-trabajadora (C), su iniciativa, su dinero, sus recursos, y éste
su mano de obra, la fuerza productiva, al primero; mientras que en el del
transistor, tenemos los portadores mayoritarios (electrones) y los minoritarios
(huecos), en un sentido o en el contrario entre polos. Para el caso del
transistor hablamos, por tanto, de portadores mayoritarios y minoritarios y en
el otro podemos hablar de aportadores mayoritarios y minoritarios, o de sus
respectivas aportaciones. Además de los portadores mayoritarios y los
minoritarios existen otros por el terminal intermedio, al que llamamos
Base/Básico(B), que también son minoritarios y que en el caso del transistor
son los que verdaderamente regulan todos los flujos, en lo que constituye
propiamente el efecto transistor.
En
el caso de la economía se puede entender igualmente que determinada medida
gubernamental (el aleteo de una mariposa) u otra acción económica, política,
administrativa, pueda dar lugar a una gran variación en los flujos de ambos
aportadores. En consecuencia, podemos imaginarnos a C y E como dos ruedas
dentadas por las que pasa una cadena sin fin, de modo que el flujo de
portadores minoritarios sea el movimiento o fuerza imprimida a la cadena de C a
E por la parte superior, y el flujo de los mayoritarios, la fuerza de E a C por
la parte inferior, con lo que el conjunto de fuerzas se suman en la rotación,
que se presenta como el verdadero flujo, al que debido a su carácter podemos
llamar flujo dinámico (Fd), y que representa el verdadero resultado final de la
acción de la diferencia de potencial (ddP), esto es, la verdadera
representación del desarrollo económico debido a la misma.
Para
ser más exactos, el flujo dinámico está en función fundamentalmente de los
portadores mayoritarios (por esto son mayoritarios), pero estos dependen de los
minoritarios (por algo es una cadena sin fin), mientras que los minoritarios
(el valor de su flujo) se ven modulados por un flujo mediador o modulador (Fm),
extra, de portadores minoritarios aportado por la Base.
El
comportamiento del sistema (los flujos en una y otra dirección), en
consecuencia, viene determinado por los potenciales iniciales (altura de cada
polo), y, más que por éstos, por la parte efectiva, es decir, la que se
presenta al sistema tras su reducción por factores externos, a los que llamamos
de forma genérica resistencias del sistema, y que se componen de todas aquellas
trabas a la correcta circulación de los flujos puestas o impuestas por cada uno
de los actores, bien sea el empresariado, la clase trabajadora o la
administración. En función de las resistencias y de los potenciales o su
diferencia, esto es, de la diferencia de potencial establecida entre C y B (VCB),
y entre B y E (VBE), se establecen los flujos del sistema económico
(una respuesta), y los del transistor, que responde a cuatro formas diferentes
de trabajo: Activa directa, Activa inversa, Corte y Saturación (que también
puede ser directa o inversa); además de una extensión o degeneración de la
primera, denominada Avalancha, al alcanzarse un valor de ruptura.
Al
margen de pertenecer a unas u otras formas de trabajo —que analizaremos
posteriormente—, los flujos responden a una forma propia de los sistemas en general,
que no son nada más que combinación de tres tipos de respuestas lineales o
proporcionales a la diferencia de potencial, como parámetro de entrada, así, en
los sistemas en general, la respuesta a cualquier acción en la entrada puede
ser constante, esto es, independiente de la entrada, o no serlo, en cuyo caso
se puede dar dos casos, que a mayor entrada tengamos mayor salida o que a mayor
entrada tengamos menor salida, es decir, o la repuesta es constante o monótona
creciente (directamente proporcional) o monótona decreciente (inversamente
proporcional); o es un cambio sucesivo de unas a otras.
De
este modo, encontramos respuestas crecientes que luego se estabilizan o
decrecen, otras estables que más tarde crecen o decrecen, o decrecientes que
luego crecen o se estabilizan en un punto del decrecimiento. Se entenderá que
esta representación tan simple —que es la de cualquier gráfica de evolución— es
capaz de representar todas las posibilidades y que otras, son combinación de
las anteriores, y se entenderá también que estas respuestas lineales (líneas
rectas) son una simplificación de otras que no lo son (líneas curvas) que se
corresponden con un comportamiento más natural, y que es el que en verdad nos
permite pasar, de una forma armonizada y paulatina (a través de una curva en
codo), de un tipo de respuesta (creciente, por ejemplo) a otra (constante), y
todo esto por una realidad consustancial a todos los sistemas que están
sometidos a tensiones: que se agotan; la misma realidad por la que podemos correr
a veinte kilómetros a la hora los diez primeros minutos, pero sólo a dieciocho
los diez minutos segundos y a catorce en los terceros, y presentamos una
respuesta cada vez más pobre. De todas las combinaciones posibles, en el
transistor se dan unas concretas que constituye la curva característica de
funcionamiento para cada valor del terminar mediador o Base, es decir, la forma
que toma la respuesta (representada por la corriente de
colector IC o flujo dinámico) para todos los valores posibles de bipolaridad o
distancia entre los polos, manteniendo el tercer polo constante.
Esta
curva característica forma un silueta de silla, es decir, una curva ascendente
(patas), otra horizontal (asiento), otra ascendente y de gran pendiente
(respaldo), que puede ser cortada por otra descendente, que define la potencia
máxima del sistema (parte posterior del respaldo), y que se corresponden con
las formas de trabajo descritas. Así, si avanzamos desde una bipolaridad
grande, y vamos decreciendo su valor hasta hacerlo nulo, subimos por la parte
posterior del respaldo y nos encontramos propiamente con el respaldo de la
silla o zona de avalancha (3), de donde pasamos a través del codo de avalancha
al asiento de la silla o zona activa directa (2A) —si el asiento es alto—, o
zona de corte (2B) —si es bajo—, y caemos, a través del codo de saturación, por
las patas de la silla o zona de saturación (1), a partir de aquí, del potencial
nulo, se invierte la polaridad y nos encontramos la zona inversa.
Si
ésta es la respuesta para un valor constante del terminal mediador o modulador
(B), conforme variamos éste obtenemos una curva idéntica ligeramente
desplazada, lo que hace igualmente dependiente o proporcional el valor de
salida a esta nueva referencia o entrada de la Base en un factor al que llamamos ganancia, de
modo que, tal como esperábamos, el flujo dinámico es el flujo modulador
afectado por esta ganancia.
Esto
quiere decir que cualquier estado (valor del flujo dinámico) pertenece a un
mapa de estados y es representable mediante el par de valores dado por la
bipolaridad y el flujo mediador, o si queremos por tres: el de los tres polos o
terminales; si bien es cierto que no de forma biunívoca pues para determinar el
valor concreto tendremos que definir el punto de la curva característica mediante
unas condiciones de contorno dadas por la relación que obtenemos cuando el
flujo es máximo y la diferencia de potencial mínima, y viceversa, es decir, por
un par de comportamientos extremos definidos por las resistencias manipulables
del sistema que son las que verdaderamente establecen las condiciones de
contorno a través de los potenciales efectivos. Estas condiciones o
limitaciones, junto a la potencia máxima, como una limitación más, establecen
una frontera de estados prohibidos. Esta última limitación es primordial y
consustancial a cualquier sistema, y basado en una realidad endógena o del
propio sistema que es la capacidad de gestionar su propia energía, esto, para
un sistema físico, diríamos que es la capacidad de transformar la energía, de
un tipo a otro, por unidad de tiempo, para un sistema eléctrico, la capacidad
de establecer una circulación de corriente con una determinada fuerza (ddP),
por lo que viene dada por el producto de la corriente y esa ddP, y para un
sistema económico por la capacidad máxima que tiene para mantener un determinado
flujo con una determinada bipolaridad (ddP), que viene determinada por el mismo
producto (Pmax=ddP*Fd) y que exige para un mayor flujo una menor
ddP, y viceversa.
La
cuestión es saber si el sistema económico presenta una curva característica
similar y por qué, o, dicho de otro modo, si somos capaces de advertir estas
formas en el comportamiento económico, no ya respecto de la dinámica del
sistema, que podremos pretender en un análisis posterior, sino sobre los
momentos históricos fácilmente contrastables, que nos permitirá —puesto que las
diferente zonas de trabajo se suceden para una determinada relación entre los
potenciales de C,E y B—, rescatar el significado de cada potencial y su
relación en el contexto económico, y de las formas de trabajo en el mismo.
3. El efecto transistor y los sistemas económicos (3ªentrega)
Resumen. En la 3ª entrega
vamos a identificar definitivamente a cada uno de los polos del transistor con
un agente del escenario socioeconómico, y las formas de trabajo del transistor
desarrolladas mediante su curva característica con una forma de desarrollo
social, tanto de las posibilidades de desarrollo desde un estado cualquiera
como las ya presentadas históricamente (esclavismo, feudalismo, capitalismos, socialismo,
etc.). De otra parte, identificamos de acuerdo con la bipolaridad dos tipos de
sistemas, los de orden-0 y los de orden-1, que se corresponden respectivamente con
aquéllos que parten de un único polo que se separa (bipolaridad económica) y
aquéllos que parten de dos polos que se ponen en comunicación (bipolaridad
política), que evolucionan una vez alcanzado el equilibrio de acuerdo con el
cuerpo teórico descrito. En el epígrafe siguiente se extenderá este cuerpo
teórico a la bipolaridad política, a partir de lo que es su esencia: la
posibilidad del hombre de establecer dichas relaciones políticas o presentarse
como un Hombre bipolar.
Este
comportamiento, como hemos visto, comprende, en definitiva, diferentes fases de
crecimiento lineal (1 y 3), es decir, de proporcionalidad respecto a la
diferencia de potencial (como expresión de la bipolaridad), junto a otra fase
(2) en la que dicha proporcionalidad se pierde, y permanece el flujo
prácticamente constante, que está basado en la modificación de un cierto
parámetro de entrada que tiene repercusión en la salida hasta que deja de tenerla,
y que vuelve a repercutir posteriormente, porque la continua modificación de
dicho parámetro sobrepasa algún umbral del sistema; que podemos observar o no
dependiendo de lo alejado que se sitúe el mismo. En el transistor, este umbral
se denomina tensión de ruptura, y da lugar, tal como dijimos, a un fenómeno de
avalancha, caracterizado por un súbito incremento del flujo dinámico.
Podemos
extrapolar esta representación al plano socioeconómico de forma natural, en
cuanto que la gráfica a la que da lugar cada una de las curvas es fácilmente
asimilable a un proceso de crecimiento-decrecimiento continuo descrito mediante
asociación de exponenciales, que son las que representan cambios en la vida
ordinaria y expresan fases de desarrollo con agotamiento, en cuanto que la
mismas representan un flujo o calidad de la relación entre dos sectores
sociales, en función de la distancia socioeconómica que los separa, y en cuanto
que el conjunto de las curvas comprende a todo el espacio o mapa de estados,
esto es, todas las posibilidades de bipolaridad para todas las posibilidades de
modulación. Y podríamos, consecuentemente, representar el crecimiento económico
en función de cualquier variable moduladora y observar si se corresponde —bien
a través de la variable bien de la inversa de la variable— con una
representación de este tipo, que nos permitiría, una vez conocido el
comportamiento para cada flujo modulador de B, obtener un resultado
cuantitativo a partir de la combinación de los resultados alcanzados por los
mismos, o, por otra parte, qué combinación de elementos da como resultado un
determinado flujo modulador.
Sin
embargo, nosotros sólo pretendemos ahora describir un comportamiento
cualitativo y más general de un sistema semejante, para lo que, tal como dijimos,
identificamos a C con la fuerza productiva, que será nuestro nivel de
referencia por corresponderse con el escalón socialmente más bajo (potencial
cero), B con la clase acomodada y proveedora de servicios (o al Estado como
intermediario de los mismos) y E con el tándem financiero-empresarial, siendo
los portadores sus respectivas aportaciones; y sobre el mismo, estudiar las
diferentes zonas de interés que, como veremos, caracterizan en este caso
diferentes formas socioeconómicas o relaciones de producción.
Partiremos de la zona de mayor interés, que es la zona 2A o activa directa, por ser la zona en la que se puede mantener un flujo dinámico constante (en un intervalo de ddP considerable) y proporcional, en un factor de ganancia, a la aportación adicional del flujo modulador. Esta zona se consigue para el transistor manteniendo una ddP positiva entre C y E, y un potencial intermedio para B (de acuerdo a lo representado en la figura 4). Esta forma de funcionamiento amplificadora del transistor bipolar es asimilable o podemos asociarla con la bipolaridad puesta de manifiesto, y que tan buen resultado ha dado, en determinadas etapas del desarrollo en las que se produjo un crecimiento notable, y se corresponde principalmente con el periodo que va desde el final de la segunda revolución industrial hasta el principio de la revolución tecnológica e informática, y muy particularmente con la última fase de ésta, con un crecimiento económico y cultural sustentado por una notable clase media en auge (ya veremos por qué razones sociológicas); debido a este auge, este estado o proceso no sólo viene caracterizado en la zona 2A por un desplazamiento a través de la curva sino por el tránsito de una curva a otra (crecimiento autosostenible), en función del valor creciente del flujo modulador, que se concreta en la constitución de una clase media u ocupación cada vez más masiva y popular de los elementos del bienestar, entre los que se incluyen el de la acumulación de una parte del capital, esto es, que en las clases humildes todo él no esté destinado a la supervivencia. En este caso, para un valor cada vez mayor el flujo de
Son muchas las condiciones necesarias para llevar el sistema a un punto de trabajo o funcionamiento —a un estado—, y muchas las causas que pueden hacerle salir de él. En este sentido, si por cualquier circunstancia, partiendo de la situación vista, se incrementa de forma forzada la bipolaridad, podemos entrar en la zona de avalancha, en la que el sistema pierde su estabilidad (que desarrollaremos posteriormente), y si se pierde esta bipolaridad, la diferencia de potencial decrece y los potenciales C y E se hacen de valores semejantes, el flujo dinámico decrece, pudiendo llegar, de acuerdo con el desarrollo de la curva, a una disminución notable (por la pendiente de saturación) o a la supresión del mismo (zona de corte), esto es, llevarlo a una zona de trabajo indeseable, que puede ser incluso de sentido inverso. Pueden darse, en definitiva, los siguientes casos:
El primer caso es el estado final de un
proceso, que alcanza la zona 1 o de Saturación (y si es inverso, de saturación
inversa), en el que B cambia su potencial hasta hacerse semejante a C (y lo
sobrepasa), que da lugar a la existencia de portadores mayoritarios (en la
cadena sin fin) de C a E que contrarrestan a los otros (de E a C), es decir,
que los portadores mayoritarios de E que llegan a B no acceden tan fácilmente a
C como consecuencia del potencial de éste último, que incluso se presenta como
donante de los mismos. En este caso el flujo del colector (y por tanto del
emisor) no admite un valor mayor (saturación) y es inferior a la que podría
tener de acuerdo con la ganancia de la Base. Económicamente
lo podemos asociar a un proceso de contracción de acuerdo con la relación de
potenciales anterior, de la que resulta un movimiento horizontal descendente a
través de la curva, que suele ir acompañado de otro descendente entre ellas (contracción autosostenible). En efecto,
mediante este proceso E y B caen hacia C. Por caer E hacia C, decae la
bipolaridad, y con ella el crecimiento. Por caer B hacia C, se ponen en
comunicación los dos sectores inferiores. Pero, si bien es cierto lo anterior,
también lo es que E, que también cae hacia B, se aproxima a partir de un cierto
valor a éste y que por esto decae el flujo de B, y, consecuentemente, Fd;
aunque esta última puede retornar a la zona activa para otro valor de B (del
estado 1 al 2).
La
similitud de los potenciales B y C podríamos asociarlo socialmente al
emparejamiento en el rol de los dos segmentos inferiores de la sociedad
mediante la asimilación de uno por el otro. Si este emparejamiento lleva
asociado la supresión efectiva del estado intermedio (la clase media), nexo
natural de la conexión entre el superior y el inferior, da lugar una
bipolarización del tejido social. Este emparejamiento no sólo representa un
empobrecimiento de las condiciones económicas sino de las culturales-técnicas
que sustentan el crecimiento por lo que la bipolaridad económica, más allá de
ser un suceso o un estado del crecimiento, se presenta como una resistencia del
sistema u oposición a dicho crecimiento, materializada propiamente en la
bipolaridad del conjunto de la sociedad. Con esto estamos diciendo que los
diferentes terminales no sólo encarnan un papel económico sino social,
presentándose la bipolaridad social como el resultado final y mecanismo de
aplicación de la económica, esto es, un bucle causal entre ambos aspectos. En
efecto, cuando nuestra sociedad no puede mantener una bipolaridad considerable,
esto es, generar suficiente desarrollo real y crecimiento, cae en saturación,
que da lugar al solapamiento de los dos sectores inferiores como consecuencia
de la necesidad y de que el sector empresarial, por esa misma necesidad
pretenda establecer la circulación con el colector (tercer mundo y otros
sectores necesitados y productivos) sin mediación de la Base (clase media), que es
tanto como quitar el bienestar a la clase media, y el valor plus de la misma, y
llevar a ésta a un escalón inferior (todos los sectores se aproximan al
potencial nulo) para mantener la bipolaridad y eludir la subsistencia que
derivaría de su pérdida. B cae hacia C por la necesidad, E se separa de B por
la necesidad: para mantener una bipolaridad que haga posible el desarrollo pero
que, rompiendo el bienestar de toda una clase, es contraria a éste.
Continuará....
Podemos
darnos cuenta de que éste es el proceso inverso al que se dio en el desarrollo
y que, recorrido en su sentido directo y natural, dio con la segunda revolución
industrial a través de la primera y de otros estadios preindustriales como el
feudal y el esclavista. En este caso fue un proceso de crecimiento o expansión
en el que el aumento de la bipolaridad (a través del potencial de E) se acompaña
de un movimiento ascendente entre curvas, esto es, en el que B persigue a E.
Partiendo de la zona activa, es un proceso natural, por tanto, que se llegue
nuevamente (según la curva) a la saturación como consecuencia de la
imposibilidad de mantener la ddP en la misma. Un proceso similar al descrito,
tanto inicial como final, se daría técnicamente cuando C acerca su potencial a
B, pero impracticable socialmente en cuanto que C es nuestra referencia, que
siempre existirá como representación del estatus de nula acumulación de riqueza
(potencial nulo).
El segundo caso es el estado de corte que
puede alcanzarse como resultado final del proceso de saturación, en donde el
acercamiento entre E y B que puede concluir con la real equiparación de sus
valores y, consecuentemente, con una eliminación casi total del flujo modulador
y unos idénticos valores para Fd o, lo que es lo mismo, el corte del flujo por
una total correspondencia entre portadores en un sentido y otro, y por tanto el
efectivo corte del sistema (zona 2B). Pero no se alcanza necesariamente por
este mecanismo, sino que, de una forma más general, lo hace si E acerca su
potencial a B (y lo sobrepasa), o B hace lo propio con E, con lo que, aunque
existe la bipolaridad, no existe ese estado intermedio que haga de conductor
entre ambos polos. En este caso los portadores mayoritarios entre C y E anulan
a los existentes entre E y C. Una situación de débil flujo modulador como
consecuencia de estar B y E prácticamente al mismo potencial, lo que da lugar a
un flujo dinámico pequeño a no ser que se aumente enormemente la diferencia de
potencial entre C y E, y entremos en zona de avalancha con un movimiento de
portadores desenfrenado, y, por tanto, sujeta a grandes variaciones en la
pendiente para pequeños incrementos de dicha bipolaridad.
Según
el caso, puesto que E se establece entre C y B, estaríamos hablando de una
economía totalmente bipolar en la que B, o no existe, o no es efectiva, o queda
emparejada a E y en la que, por tanto, no existe crecimiento (se correspondería
con una sociedad esclavista o feudal), o de una en la que determinados
elementos discretos (como pueda ser determinadas innovaciones) reportan grandes
beneficios, cotas de desarrollo económico o acumulación de plusvalías.
La zona activa inversa puede obtenerse sobre la de
corte si B y C intercambian sus papeles o sobre la zona activa si
intercambiamos las dos parejas de terminales, en consecuencia lo que nos da es
que tenemos una ddP negativa entre C y E, y consecuentemente, una corriente
inversa de valor ínfimo. La zona activa inversa tiene una ganancia próxima a la
unidad (de la que resulta un valor igual al inicial), frente a un centenar de
la activa directa, pero ambas idénticos comportamientos frente a la saturación.
En este caso los portadores mayoritarios entre C y E superan a los que se
producen entre E y C, y la fuerza dinámica invierte su rotación. Socialmente
equivaldría a una trasposición total entre los sectores sociales y la
pretensión de que se creara un flujo real y de valor apreciable, como hilo
conductor del desarrollo, sin la presencia de la inversión privada o la
innovación entre los sectores productivos y el resto de la masa social: un
absurdo. Vemos que este caso E y C intercambian sus papeles y las clases
dirigentes dejaran de serlo para ocupar su puesto las no dirigentes. Mientras
que las otras zonas se corresponden con el sistema liberal en distintas etapas
(clásico, neoliberal), variantes o formas de desarrollo (incluido la
keynesiana), la zona inversa tiene su ejemplo en el marxismo originario llevado
a la práctica en los países socialistas basado en la distribución o reparto de
unas plusvalías inexistentes.
Modos de
funcionamiento y condiciones iniciales
Los
transistores pueden trabajar aprovechando las diferentes zonas de trabajo, en
particular se pueden utilizar las zonas de corte y saturación como los estados
“0” y “1” de un interruptor y
utilizarlas para diversas aplicaciones en las que intervienen la automatización
de dichos estados, pero respecto a una función amplificadora, y como hemos
visto, tan indeseable es el acercamiento de E o B a C como su alejamiento
desorbitado, pues en los dos casos se da lugar a un comportamiento anómalo o al
apagado del sistema, en el primer caso por la supresión de la bipolaridad
(unión de los polos) y en el segundo, por el distanciamiento o aislamiento de
los mismos; alcanzándose para alguno de los puntos intermedios de la zona 2 un
comportamiento óptimo del sistema y de equilibrio.
Cada
sistema evolucionará de una forma determinada en función de los parámetros
descritos hasta alcanzar un cierto equilibrio coyuntural, y cada uno lo hará
desde unas condiciones iniciales determinadas, de esta forma, habrá sistemas
que lo alcance en su camino hacia la bipolaridad (desde su inexistencia con ddP
nula) y otros de forma inversa, esto es, hacia su supresión desde un ddP
máxima, en lo que podríamos llamar sistemas de Orden-0, como el sistema
económico visto, y de Orden-1. La razón de que existan estos sistemas distintos
no es la resultante de las fluctuaciones sino que se parta de un único polo y
se cree la bipolaridad con la evolución o que la misma se forme mediante la
comunicación de dos polos ya existentes, esto es, de las diferentes condiciones
iniciales, ya reseñadas. No obstante, una vez alcanzado el equilibrio, tendrá
independientemente de las condiciones iniciales, dos formas (o grados de
libertad) para evolucionar y fluctuar, tal como hemos indicado, bien a lo largo
de una curva o entre curvas (en ambos casos ascendente o descendentemente),
sujeto a las limitaciones del sistema y condiciones externas, por lo que será
aplicable en todos los casos el mismo cuerpo teórico desarrollado; que ahora
extenderemos.