SOLUCIONES EXTRAORDINARIAS 1/2
De lo dicho hasta ahora lo principal es eso que trata de hacernos ver la
diferencia entre una crisis cualquiera derivada del crecimiento del sistema a
esa otra que surge tras un punto de inflexión y que pone en marcha mecanismos
sociales regresivos que muy bien pueden crecer de forma exponencial y hacer un
efecto avalancha. En consecuencia, lo principal era caracterizar
convenientemente ese punto de inflexión. Que yo he situado en el
metaconocimiento, porque es lo que hace prescindible a toda una clase media,
tal como la conocemos… Es lo que hace establecer por 1ª vez desde el
Renacimiento una secuencia humana de regresión social, toda vez que se ha
perdido toda expectativa de alcanzar una altura social mayor para esa clase
social de referencia, es decir, mayor que la conocida.
También es importante haber caracterizado nuestro desarrollo social
mediante el efecto transistor, y asociar las diferentes fases de crecimiento al
mismo.
Salvado esto, lo que voy a decir ahora es el objetivo principal de este
trabajo porque es lo que de alguna forma tiene la vocación de ser una
aportación al problema, al tratarse de un análisis de su estructura. Tal como
tengo desarrollado y se puede
encontrar en buena medida aquí en la WEB (teoría social), junto a toda la esquemática social de la
primera parte. En consecuencia, ahora no desarrollamos todo un repertorio de
deficiencias prácticas y de las correcciones a las que dan lugar (como en los
dos trabajos anteriores), sino sus elementos estructurales, que es la única
forma de alcanzar alguna expectativa de solución.
Bueno, pues a propósito de esos elementos estructurales, hay una cuestión
en nuestro sistema social que está mal diseñada y que no nos puede llevar nada
más que al desastre (y que nos lleva de hecho, y nos ha llevado). Nuestro
sistema está basado en el principio de competitividad a ultranza (primer defecto
sistémico), lo que da lugar a dos cuestiones que forman parte de su sistemática.
De una parte, el escenario económico es como el de una partida de póker en
la que sólo puede quedar uno con todos los depósitos, como las fieras frente a
la presa que tienen que adueñarse de ella sí o sí para la supervivencia. Lo que
lleva al fracaso de todos frente al único que queda, es decir, a alguna forma de
totalitarismo, que se está viendo en cómo el Capital se agrupa en un único
capital.
De otra parte, ese proceso de eliminación de los competidores se realiza
por asfixia económica, es decir, llevando al límite todas las posibilidades de
supervivencia, para ahogarlo económicamente y quedarse con su parte del
negocio. Al tiempo que llevan a ese ahogamiento a todo el entramado económico
porque el mecanismo para alcanzar ese fin se fundamenta en la bajada de precios
en aquello que existe competencia (a la subida en lo que no), que lleva
aparejada la bajada de precios de ese entramado, incluido los laborales.
En consecuencia es un sistema destinado a llevar el potencial propio al
máximo y, los otros, al mínimo, al cero, a la pobreza extrema, haciendo que su
sistema de referencia no pueda subir de ese valor. Frente aquello que decíamos
de 0-8 voltios y 2-10 voltios, como alternativa, está lo primero por siempre.
Nuestro sistema económico no permite la elevación económica de aquéllos que son
innecesarios para el Capital y de aquéllos que representan una competencia, lo
que lleva a las condiciones de indignidad o calamidad a sectores cada vez más
amplios de la masa social.
Esto, además de ser una sistematización perversa, es una
sistematización absurda porque no persigue ya tanto el beneficio [beneficio,
que va a menos por la propia dinámica (la de la bajada de precios)], como
sobrevivir a la dinámica, pero además de una forma engañosamente ineludible,
porque parece ineludible que el final de esa dinámica tenga que ser el
potencial cero, y no lo es. Es decir, que si algo lo decrementamos y no le
ponemos límite llegará al cero (como podría llegar al -5), pero le podemos
poner el límite, funcionando el sistema exactamente igual, o mejor.
Lo abordaré más tarde dentro del marco que voy a desarrollar, de momento
sólo decir que una referencia es sólo eso, una referencia, que el sistema toma
como tal sea cual sea, que asume. Sólo hay que ver que elevan el precio de
producción de las cosas (la referencia) por determinadas disposiciones, por
ejemplo, por el respeto medioambiental, y no pasa nada: es la nueva referencia
para el coste del producto, para su producción. El respeto al medio ambiente
pasa a ser un factor a la hora de evaluar lo que en economía se llama la
frontera de posibilidades de producción (FPP). Es decir, las posibilidades de
producir nuestros productos de forma eficiente, considerando ese factor, esa
carga añadida. Pues bien, el bienestar social sería un factor más para la
producción: se produce y se comercializa garantizando el bienestar social,
aunque represente costes. Esto marcaría una directriz, es decir, marca una
línea maestra. Sólo había que hacer las leyes correspondientes para llevarlo a
la realidad.
Un factor que muy bien podría venir compensado por otros factores, en una
perfecta simbiosis entre sociedad, Estado y empresa. Muy distinto a la
supresión de la misma acaecida durante los años 80, en los que se encargaron de
cribar todas las empresas mediante los criterios del Capital. Criterios de
optimización por los que no se permitía, entre otras cosas, que una empresa
pudiera ser ayudada estatalmente, en ese “tú sola, hasta donde puedas, y si no
caput”. Que en buena medida nos ha llevado a esto, porque representaron las
primeras concesiones al Capital, a su modelo (amparado muchas veces por
gobiernos socialistas), presentado como única posibilidad o vía de desarrollo.
Criterios por los que no se permitía, entre otras cosas, que una empresa
pudiera ser ayudada estatalmente, en ese “tú sola, hasta donde puedas, y si no
caput”. Que en buena medida nos ha llevado a esto, porque representaron las
primeras concesiones al Capital, a su modelo (amparado muchas veces por
gobiernos socialistas socialdemócratas e incluso socialistas), toda vez que es
presentada esa optimización como única posibilidad hacia el desarrollo.
La cuestión es, según el marco, cuando es subvención a la ineficacia o
competencia desleal, y cuando es el recurso perfecto para la ocupación de la
ciudadanía y la viabilidad de las empresas que de otra forma estarían abocadas
a la desaparición con todo lo que conlleva. La competencia desleal desaparece
cuando se está en condiciones de tabular una contraprestación. Y cuando se está
en condiciones de tabular una contraprestación, entonces no son políticas de
subsidio sino de Vasos Comunicantes (VVCC), que son las que se tendrían
que haber promovido en esa época.
Toca ahora desarrollar mínimamente la política laboral de VVCC, que muy
bien podría ser un germen de todo lo que se pretende (o fase intermedia), que
se podría instalar sin más consideraciones en el marco económico actual, en el
contexto de una reforma laboral, como ya dije, como solución de urgencia,
elegante y efectiva, a todas las problemáticas económicas existentes que
estamos tratando.
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Antes que nada hay que decir, al margen de todo lo dicho y de lo que se
pueda decir, o, si se quiere, como parte fundamental de todo ello, que hay que
corregir una cuestión respecto de los costes laborales:
1ª Dado que el número de trabajadores va a menos, el conjunto
Sociedad+Estado tiene igualmente que recibir un fijo por este concepto, al
margen de los trabajadores reales. Digamos el 25% del beneficio bruto (antes de
descontar sueldos). Dicho de otra forma, el empresario debe pagar el 25% fijo
al margen de lo que luego le repercuta al trabajador en sueldos y cotizaciones.
Todo lo que se haga que no contemple esto, es cuento chino. No sirve. Y no
sirve porque no contempla la principal causa en la merma del flujo económico a
sociedad (la optimización o sustitución de esos trabajadores). Luego se podrá
poner una tasa, pero eso no compensa: si queremos distribuir la riqueza,
tenemos que tener riqueza que distribuir.
Dicho esto:
2ª Los trabajadores tienen que cobrar un mínimo a cargo de ese 25%.
No sólo el mínimo adscrito al salario mínimo interprofesional (S.M.I), que
en realidad podría quedar como un mínimo social. Sino un mínimo profesional
real de, por ejemplo, 1400 euros+600 de cotización=2000.
También se puede establecer un máximo (5000 =3700+1300), al margen de que
se pueda superar por el abanico salarial de las empresas.
Las cantidades y los % son para el ejemplo.
3ª Ese 25% cubrirá el número de trabajadores sea cual sea, sobre ese mínimo
de 2000, y sin sobrepasar el máximo. De tal modo que:
4º Si sobrepasa el máximo, el diferencial es para el Estado (es decir, que
si los 5000 euros por el nº de trabajadores no llega al 25%, ese resto iría al
Estado).
5ª Si no llega la empresa con el 25% al mínimo para pagar el mínimo salarial
por cualquier situación particular de la empresa, el Estado lo compensaría a
expensas de contrastar la viabilidad.
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Esto son los VVCC en una primera aproximación, que solucionarían el 90% de
los problemas en sociedad. Presentes y futuros. El empresario puede elegir
tener más trabajadores o menos sobre el mismo valor del 25% (de acuerdo a sus
necesidades y las características de los puestos). A unos les puede resultar
interesante engordar el sueldo hasta llegar a uno de los límites y a otros
utilizar ese diferencial para nuevas contrataciones.
El Estado sabe que el 25% llega a la sociedad, bien a través de los
trabajadores (en forma de sueldos y cotizaciones) bien directamente. En un caso
se da lugar a una mayor ocupación y a una redistribución de la riqueza de
primer orden a cargo del empresario, y en el otro, a los recursos económicos
para una redistribución de 2º orden a cargo del Estado. En ambos casos se
mantiene el nivel de referencia.
El trabajador está sobre un mínimo, y, derivado de su dedicación y de las
posibilidades, puede tener una compensación económica real. Y una idea contable
del valor de la misma, lo que, además, haría más visible el rendimiento real de
las empresas de cara la fiscalidad de las mismas.
Vemos que este sistema no sólo reduce la fractura social y la económica,
sino que incorpora una serie de elementos de higiene empresarial y fiscal, y un
mantenimiento claro de los sueldos de acuerdo al poder económico de las
empresas… Y su correspondiente cotización a la seguridad social, con el
consiguiente mantenimiento de las pensiones.
No puede ser que se diga “no hay dinero”. El beneficio tiene que ser necesariamente
eso que queda de forma razonable después de garantizar el sostenimiento de la
sociedad y, por supuesto, el de la empresa que lo genera, y su beneficio.
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Podemos hacer políticas destinadas a acercar los polos distantes, o hacer
políticas que contribuyan a aumentar su distancia. Políticas que además sacan
lo peor de nosotros porque llevan esa distancia en forma de desajuste, a lo que
somos, a nuestra forma de entender las cosas, al plano psicológico. Que a su
vez se materializa en conductas sociales (como la competitividad a ultranza, ya
reseñada), por cuanto las cosas son luego la expresión de nuestra forma de
entender las cosas.
Este es el caso de otro desajuste psicológico, diría moral o emocional que
constituye, junto a la competitividad, una de las grandes rémoras de nuestro
sistema social (segundo defecto sistémico), y que es el que deriva del concepto histórico de
caridad (de la caridad), o, para ser más exactos, de su adulteración (que
quedará sin sentido por el modelo en ese marco de saneamiento ocupacional que
acabamos de presentar).
En efecto, como indica Diana Wood:
En el siglo XII,
Graciano reunió textos patrísticos sobre los criterios necesarios para dar
caridad…
Y hubo cambios. Resumiendo a Wood, de la misma manera que se cambió la
concepción frente a la riqueza y el trabajo, se modificó respecto a la caridad,
llegándose a considerar una práctica ideada para el mantenimiento de vagos
(otro lazo de la Iglesia roto por la burguesía).
Este pensamiento (1), junto a la situación social (2) y la opción personal
(3), ha establecido una línea divisoria, por la que nos diferenciamos a
nosotros mismos más que por cualquier otra cosa: entre los subsidiados y los
que no. Muchas veces, y será cada vez más, sin tener oportunidad (los primeros)
de poder dejar de serlo. Y que nos diferenciamos más que por otra cosa
cualquiera porque lleva aparejado, se esté en el nivel que se esté, una
sensación de expolio o sangrado. En buena medida por la arbitraria administración
de los flujos de riqueza, por su inoperancia, o el débil fundamento social. Lo
que demuestra que no sólo se precisa de herramientas de redistribución sino
también, de un cuerpo teórico que las haga entendibles: un modelo social.
Podríamos decir, como principio suficiente de ese cuerpo teórico, que en
sentido estricto nada de lo que tenemos nos pertenece, que sólo podemos y
debemos usar las cosas lo mejor posible (también podríamos acudir a la
filosofía de Locke), pero hasta que seamos capaces de asumir esto o hacerlo
nuestro, de revalidarlo con comportamientos irreprochables, tendremos que
buscar otros argumentos.
Sin modelo convivimos con todas esas cosas, con todos esos sentimientos y
con todas las disposiciones que se derivan. Sin modelo convivimos también con
todas las imposiciones del Capital (sin réplica posible) que llevan implícitas
la anulación del individuo, bien, social, por verse incapaz de alcanzar los
recursos básicos, bien, moral, porque eso le exige dejar lo que son como
personas a un lado. Lo que somos como personas.
No tenemos ni idea del poder que da ser el dueño de los recursos de otro.
¿Ustedes saben lo tirano que puede llegar a ser el dueño de una zapatería (por
ejemplo) con un dependiente de la misma? Eso es la anulación del individuo 4,
8, 12 horas al día. Luego, o no hay legislación al respecto, o no
responde en tiempo y forma, o goza del desequilibrio general que goza
toda la legislación.
Quien manda, no tiene ni por qué ser delicado, ni exacto en sus
afirmaciones, ni tener razonamientos inteligentes. Por su parte todo es
graciable, lo que hace haber, de partida, dos clases de personas en sociedad.
La fuerza económica está sujeta al poder del dinero, y la moral o la personal,
también.
Ésa es una de las cosas de mi lista de las 100 cosas. En el siglo XXI se
quiere resolver el problema del abuso de género y se deja atrás el que he
mencionado, que es tan sordo y tan antiguo como aquél, el abuso de poder en
todas sus formas (tercer defecto sistémico), y el de la enajenación, la pérdida de dignidad que
lleva aparejado. Que establece un conflicto continuo entre polos y una
degradación en el flujo porque define una separación, no ya económica sino
moral, entre ellos. Contraria a cualquier entendimiento, y, en consecuencia, a
cualquier proceso colaborativo o productivo.
Vemos que los VVCC (junto a la ampliación FPP) es la piedra angular
de todo lo que estamos tratando o hemos tratado hasta aquí, pero no sólo de
esto, también de todo lo que queramos tratar. Por ejemplo, hablamos de la
igualdad entre hombre y mujer, y es mentira, no hay igualdad ni puede haberla:
sólo vasos comunicantes.
No se trata de hacer iguales dos cosas que no son iguales (2 polos) sino de
que tengan la comunicación óptima. Podemos decirlo de otra manera no pueden
pretender ser iguales, sólo alcanzar una relación de simetría entre ellos, por
cuanto la asimetría es lo peor que puede haber en una relación.
Podemos hablar de la simetría o de la relación igualitaria entre polos o de
VVCC, referido a cualquier orden de la vida, como medida de su altura o nivel
de armonía, por cuanto algo que está constituido de partes puede funcionar como
un todo (como uno) desde la armonización de sus partes o desde la imposición de
una de ellas.
Referido al tema que nos ocupa, también…, pero será después de exponer
algunas cuestiones esenciales, y otras formales, que son las que nos permitirán
hacer de los VVCC algo más que una herramienta, esto es, que deje de ser
herramienta económica para ser fundamento social.
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