ACCIÓN POLÍTICA
(1) Terminé la parte anterior preguntándome al respecto de la eficiencia del poder político, y por cuáles habían sido sus aportaciones sobre una cuestión tan importante para el desarrollo social como la jurisprudencia, que dice mucho de la altura social.
No me refiero
al desarrollo de las leyes sino al funcionamiento del sistema judicial. Hablo
de la respuesta a este problema, que lleva aparejada una mejora estructural,
funcional y seguro que económica. Me pregunto por “en qué consiste su
verdadero estar en las cosas” del poder político.
A decir verdad
por los resultados de los veinte últimos años, ni los partidos ni el poder
político, han tenido ni tienen un planteamiento de mejorar de las cosas a este
respecto. Llenan los programas electorales siempre de las mismas cosas, y las
importantes se la dejan atrás.
La cuestión
incluso puede ser sencilla. ¿Nadie ha pensado, por ejemplo, en hacer una ley de
consumo ambiciosa que lleve toda esa morralla judicial a un perfil
administrativo de forma eficiente: una primera instancia? Dando solución por un
lado y desahogando por el otro. Como hace Paypal, a efectos de los
conflictos asociados al comercio, para que nos entendamos, pero con más
pretensiones y con la garantía del Estado.
¿Nadie está
ahí para apuntar en qué falla el sistema y mejorarlo? Está claro que no. Está
claro que al poder político no le interesa un sistema judicial ágil y
eficiente, le interesa uno que preserve lo que a él le interesa preservar.
Entre otras cosas, lo que circunstancialmente les puede representar como
negocio, o se lo representa al gremio profesional con el que tienen un vínculo
natural.
(2) Lo mismo o más se podría decir de la educación.
Llevan, eso, veinte años cambiando los modelos pero sin llegar al meollo del
asunto, es decir, no llegan a imaginar ni de lejos qué es lo que hay que hacer
para que los alumnos aprendan más y mejor. ¿Se trata de eso, no?
Tal vez no.
Cambian o tratan de cambiar por la ley cien cosas, y las cinco que sirven se
las dejan atrás. Son cinco cosas, las únicas que establecen la diferencia entre
un ambiente propicio para enseñanza y el aprendizaje, y otro que no. Y ellos,
los políticos, no las cambian. Mitad Ignorancia, mitad intencionalidad (la de,
según quien, favorecer y no molestar a unos y sí a otros). La de tocar sí, pero
según qué cosas.
Nada de
someter todo a criterios de calidad y eficiencia educativa e igualdad de
oportunidades. No les interesa la enseñanza, les interesa el modelo: Educación
para la ciudadanía versus religión. Gratis versus no-gratis.
Eso es todo, y
todo lo que es, es como eso. Y todo lo que no es como eso es dejación
estructurada, elevada al 3 por los recortes interesados: mundanización de la
educación y socialización del fracaso de unos, y articulación de los mecanismos
para conseguir que la educación gratuita no sea completa ni de calidad, de los
otros.
Esto último es
el Plan Bolonia, consecuencia, como ya dije, de la elevación del potencial del
polo intermedio.
(Pensemos que
el grupo de los desarrolladores no precisa un amplio soporte social, se puede
nutrir de las clases pudientes y de aquéllos que destaquen claramente. Lo demás
es gasto, competencia, conocimiento inútil, contrario al modelo que se quiere
establecer).
(3) Volviendo a la cuestión presupuestaria, hay una
necesidad ya de 2000 millones para pagar, digamos, un 2% más en pensiones,
tenemos un colchón de 60.000, y nadie dice nada. Están: “vamos a ver de dónde
lo sacamos…”. Parece evidente que si hay una solución y no se aplica es que no
quieren, que algo que no sabemos se lo impide. Y que se lo ha impedido sea
cual sea el gobierno a lo largo de los últimos veinte años.
Y vemos que
eso que se lo impide se lo impide hasta que ocurre algo que se lo deja de
impedir, y se saca el dinero. Lo que demuestra que por encima de las políticas
presupuestarias hay otras, otras finalidades superiores que son las que marcan
las actuaciones de su calendario, para el modelo del Capital, improrrogables a
no ser que algo aconseje contemporizar y dilatar, porque, como dije, ellos no
quieren precipitar al colapso sino que todo vaya llevando poco a poco el ritmo
de lo inevitable, de lo que va cayendo por su peso. Y para que caiga sacan
justo los 2000 millones, no 4000 millones.
(4) A decir verdad, más bien parece que no quieren
recaudar esos 60000 millones para no verse en la obligación de tener que hacer
esta sociedad mejor (lo que cuadraría con lo de los objetivos del Capital, una
vez más). Incluso tener un déficit equivalente al PIB podría ser la cuartada
perfecta. Pensemos que han preferido endeudar el país, recortar 5000 millones
en sanidad y educación, dejándolos en cuadros, antes que buscar ese dinero,
correspondiente a la fiscalidad del 20% del PIB defraudado, que muy bien podría
saldar nuestra cuenta en pocos años, además de generar riqueza.
Y se demuestra
que no quieren arreglar nada porque no arreglan ni siquiera cuando no lleva
aparejado un gasto. Pongo por caso el rescate de la banca:
Vamos a
suponer que desde alguna perspectiva fuese necesario socorrer el desastre
(según Rato provocado por unas declaraciones de De guindos). Bueno, vale, pero
¿por qué no forman parte del pago todas las viviendas de su parque? Propiciando
un más que interesante parque estatal de viviendas, con todo lo que supone esto
respecto al dinamismo profesional y social.
Y, sobre todo,
esto mismo sobre las que llevan aparejado un expediente de desahucio. Yo remití
una propuesta a la Presidencia del Gobierno en este sentido, que luego subí a
change.org, en la que mostraba cómo simplemente haciéndose el Estado
copropietario de las viviendas se solucionaba el tema social habitacional sin
costarle un euro a nadie, a expensas de pasar a propiedad del ciudadano
desahuciado si pagaba finalmente por cesar su calamidad económica o del Estado
si no lo hacía. Podía ser esa una solución a tres bandas (en la que cada una se
beneficiaba de algo). No se entiende que no se hiciera esto o algo parecido.
Bueno, sí se entiende en la clave que he presentado, la de cargar más el
déficit para que parezca más inalcanzable cualquier mejora social, y mantener
el polo superior a su nivel.
Una vez más
algo impide actuar, o aconseja hacer lo contrario de lo que todos podríamos
entender razonable.
(5) Si nos fijamos he ido de la ineficiencia
presupuestaria del Estado para abordar los temas, a la ineficiencia “a secas”,
sin gasto, para abordar los temas, y de ahí a la ineficiencia interesada o
perpetrada para abordar los temas. Y antes de eso, desde la incapacidad
endógena, es decir, esa que les inutiliza o inhabilita por lo que son o
pretenden, por su credo, su memoria o sus dependencias.
Podría
pensarse que es ganas de airear toda la mierda, pero es que son todos los
temas: financiación de partidos, Tribunal de cuentas, cupo vasco, ley
electoral, independencia del poder judicial y su CGPJ, aforamiento de
diputados, Senado, y más, además de lo ya expresado. De todos los temas importantes hablan lo
justo para mostrar que tienen un posicionamiento, pero no arreglan. No
encuentran la oportunidad. Nunca la encuentran.
Ellos mismos
se encargan de desinflarlos, de pasar a la siguiente cuestión cuando les
sobrepasa o les interesa. Se queda ahí… Y si luego tienen la oportunidad, pasan
a la cola, porque ahora ya no les conviene. Ahora que son poder y no necesitan
el consenso no les conviene que el poder judicial sea independiente, ahora que
son mayoría no les conviene otra ley electoral. El gesto es solemne, pero los
actos, no. Todo, mentira.
Luego nosotros
tenemos que aguantar sus mentiras y elegir al menos mentiroso, al menos dañino.
Y sufrir el deficiente avance social que permiten las pocas cosas que no son
mentiras, las pocas que no comportan algún tipo de impedimento. ¿Qué hace
realmente el poder político o ha hecho tradicionalmente? Aprobar leyes que
prácticamente no tienen incidencia social, leyes técnicas que vienen a
corregir, matizar otras, mientras que las cuestiones que tienen una
trascendencia social están en barbecho, en un barbecho intencionado, salvo que
tengan un carácter restrictivo o sea tan fundamentales o ineludible como la Ley de Presupuestos: 1500 votaciones en 2017, y yo no he notado nada
en sociedad.
Las cosas
importantes se agotan en el debate izquierda-derecha, en el que algunas de las
partes verdaderamente no quieren cambiar nada porque piensan que están bien como
están, y que en realidad no quieren mejorar la sociedad, la quieren estable para
hacer sus negocios, es decir, los del Capital, o cambiarla en función de éstos.
En tanto que los otros están ausentes de un verdadero hilo conductor, y sólo
sirven para recoger desesperanza, y en el mejor de los casos mitigarla, pero
sin un plan real, o sin determinación.
(6) Cuando uno piensa en solucionar
las cosas y dar ideas para ello, incluso en tratar de definir claramente el
problema (como intento ahora yo), llega a comprender que no merece la pena, que no es una cuestión
de soluciones, sino de actitud… Que en realidad sobran las ideas, y que en
buena medida les sobra cualquier idea.
Voy a dar una
idea, una idea de esas que sobran porque ya la saben: “El Tribunal de cuentas”.
Está claro que
es inoperativo, que no tiene poder ejecutivo, que actúa tarde y mal. La
diferencia entre lo que hacen y lo que deberían hacer la sabe el poder
político. Si no lo saben se lo decimos. El camino entre una cosa y otra
también. No lo hacen, no lo recorren, porque no quieren, es evidente, porque no
les interesa.
No pueden
alegar ignorancia. Tampoco pueden alegar falta de consenso. Se trata de que
funcione, de que cumpla la función más elemental. Sobre eso no hay discrepancia posible. No pueden, en consecuencia,
acreditar limpieza. Sólo interés particular.
La pregunta
es: ¿si ya saben lo que saben por qué no lo arreglan ya, en cinco minutos,
sobre la marcha, como quien tiene un problema que le importa porque le está
afectando al funcionamiento de la sociedad, de su sociedad? Como harían con un
problema personal.
¿Y (no
haciéndolo) por qué no nos dan explicaciones serias? Resulta que la limpiadora
que se olvida limpiar un servicio tiene que explicar por qué, y ellos que
tienen la responsabilidad más alta, eluden responder de sus actos, y de sus
dejaciones (incluso con altanería), y se encubren utilizando, además, todos los
resortes del Estado, todas las posibilidades de un Estado, que no son pocos
(incluido un trato judicial deferente). Y mienten sobre lo evidente como si
tuvieran que perder más que nadie, con toda la indignidad. Tal vez, sabiendo
que todo lo que pierden.
Como dije con
el Capital, que sepan que nos estamos dando cuenta, que lo hacen, pero que nos
damos cuenta.
(7) Efectivamente, muchas veces no es
una cuestión de soluciones, sino de actitud, pero otras muchas es una cuestión de
soluciones, de las carencias reales de esas soluciones, de la falta real de
propuestas, de la incapacidad de salir de las recetas de siempre a los
problemas (de siempre), planteados siempre en la misma clave… (p.ej. los
mercados), de la incapacidad para inventar. A pesar de ser, supuestamente, los
más listos.
Ya dije, y
sabemos, que esas recetas no van a servir para el futuro… ¿Cuándo acudimos,
cuando el daño sea irreparable? Sólo se sabe corregir o enmendar los excesos.
Este es el caso de tantas y tantas serie de acciones y reacciones, reducidas a
lucha de opuestos, como la Reforma Laboral.
Que las
políticas de derechas utilicen este mecanismo, se entiende, pero que
las de izquierdas sólo sepa actuar desmoronando (o medio desmoronando) las
acciones es lamentable, desalentador, sobre todo porque las primeras (las de
las derechas) así van hacia su modelo y las de izquierdas, a ninguna parte. De
tal modo, que en cada vaivén derecha-izquierda nos alejamos de un modelo y nos
acercamos al otro.
Hay que
superar esa lucha de opuestos, la fractura social, cambiar las políticas de
balancín (basadas en el interés), que oscilan a un lado y a otro, por las de
vasos comunicantes (VVCC), que ya hemos mencionado.
¿Qué es una política de VVCC? Bueno, pues una que vincule la
suerte de los dos polos: el contratador y el contratado, por ejemplo, a efectos
de lo laboral. A estos efectos, puede ser algo, tan sencillo como hacer por ley
a los asalariados partícipes de la empresa, es decir, que tengan una participación
temporal en ella. Eso sí es transformar. Eso sí es revolucionar. Eso sí es
salir de esa dualidad. Eso sí es inventar.
Lo
desarrollaré más adelante, pero podemos darnos cuenta, sin más, que esto además
de mejorar el circuito económico introduce un elemento de higiene social, tanto
en la empresa como en la sociedad, definida la higiene social como eso que
sanea el funcionamiento de una sociedad.
La función del
político es encontrar esos elementos de higiene social. A partir de ahí el
debate social puede establecerse limpio y productivo sobre lo que de verdad
importa.
(8) Hablemos de las cosas menos grandes que repercuten
en la vida de la gente. Cosas, algunas, que funcionaban y han dejado de
funcionar (como tener un médico o un trasporte o una medicina).
¿Hay
preocupación o no hay preocupación? Sabemos de gente sin médico en zona
rurales, pero sabemos también que en las urbanas tardan un año en obtener una
cita de especialista y que el médico de familia hace lo imposible por no
promoverla. Y, que probablemente ese deterioro se convierta en la gratificación
o el “incentivo por objetivos” de alguien. ¿Hay preocupación o sólo gestión?
Yo no conozco
toda la problemática pero otros sí. Están los secretarios, subsecretarios y
directores. Para eso están, para catalizar las problemáticas o elevarlas. Para
eso están las comisiones de seguimiento, para seguirlas y desarrollarlas.
No creo que
sea por falta de políticos, Tenemos esos más de 8000 alcaldes, que se entienden
comprometidos. ¿Por qué no se hace cada uno de ellos responsable de una de esas
problemáticas, encargado de su seguimiento, elevan un encaje social, y motivan
toda una suerte de posibilidades? Y tenemos además más de 80000 concejales.
La función
pública y la política como parte de ella parece estar sustentada en la
indeterminación de la tarea y en la indeterminación de quien la asume, lo que
la hace escasamente fiscalizable. Llegado el caso hasta el ministro dice: “no,
esto, no, yo esto no…, esto no es mío” (inadmisible). Pareciera como si el político no
tuviera objetivos y todos los objetivos alcanzados fueran graciables o
tuviéramos el “cero” como referencia en nuestras aspiraciones. Amparados muchas
veces en la cuestión presupuestaria.
La cuestión
presupuestaria en cualquier caso es sólo una excusa o una forma de camuflar la
ineficiencia de la que hablo. Hay cosas en sociedad que no representan gasto,
que no están sujetas a la percepción, que representan una injusticia o una
agresión flagrante y que sin embargo están ahí, recordándonos lo poco
desarrollada que es nuestra sociedad.
Yo no conozco
todas las problemáticas, pero algunas sí: alquiler-ocupas-booling-venta
excedente energético de autoconsumo (en la tele salen tres todos los días).
Un ejemplo:
sabemos que el mundo de la cultura tiene un conflicto entre el cobro de la
pensión y cualquier otra actividad en el ámbito cultural. Digo sabemos porque
este colectivo tiene voz, de otros ni lo sabemos.
La cuestión
es: ¿por qué no lo arreglan? Lo digo otra vez: ¿por qué no arreglamos por lo
menos lo que no está sujeto a criterio, no representa gasto, es claramente
lesivo y sólo precisa regulación?
Lo útil va por
un lado y la política por otro. No hay un mínimo sentido de “utilidad pública
de la medidas”. De esfuerzo inteligente, definido, entregado a esa utilidad.
Y otra
pregunta: ¿por qué no arreglamos las cosas que sabemos y luego vemos lo que no
sabemos? Y vamos tachando: la lista de las 100 cosas. Y avanzando.
Los afectados
por la cuestión del ejemplo podrían (deberían), como agravio
comparativo y derecho fundamental, llevarlo al Constitucional. La cuestión es:
¿por qué tenemos las personas que reclamar algo fundamental, dado que es
fundamental, y lo fundamental tiene que estar por defecto? ¿Por qué nadie lo
hace suyo, parte de su responsabilidad?
Lo podemos preguntar
de otra forma, ¿cuántas de las cosas que funcionan mal están en la lista de
alguien, de “cosas que están mal”, o por el contrario las tenemos asumidas y
abandonadas?
¿Cuántas en
una comisión de seguimiento que no sigue nadie?
(9) ¿Por qué el poder político no hace nada, y, cuando
lo hace, lo hace porque no tiene más remedio, tarde y mal, ralentizando hasta
lo indecible el avance social? ¿Es interés (en otras cosas)? ¿Es desinterés? Como si los temas
estuvieran ahí y ellos en otras ocupaciones. Más que para arreglar cosas parece
que el poder político esté para garantizar que la sociedad se mantenga en un
eterno y penoso equilibrio indiferente (que no represente un problema).
Si esto fuera
una empresa privada estarían todos en la calle, por incumplimiento, por
ineficacia, por ir en contra de los intereses de la empresa (por falta de
entrega y compromiso), por falta de resultados, y por muchas más cosas. Y sin
embargo tienen la mejor consideración social y todas las oportunidades. Y no
porque todos tengan esa falta de compromiso y todo lo demás. No es así. Pero
esto es como la rueda de una noria, en la que unos empujan, y otros tiran del
revés (la lucha de opuestos otra vez). Y en la que, en cualquier caso, por
mucho que se empuje no va hacer otra cosa que dar vueltas en círculos. Por eso
muchos, muchos…, muchos, no hacen otra cosa que colgase en ella, y dejarse
arrastrar y llevar. Esperando la oportunidad de dar el salto.
El movimiento
previsible sólo sirve a los especuladores, no a la sociedad.
Yo soy de dar
ideas. ¿Alguien se imagina diciéndole a alguno de estos políticos imputados (o
imputables) una idea para mejorar algo cuando en realidad tienen la cabeza en
sus asuntos, atentos a no decir lo que no pueden decir para que no le pillen, y
atentos a decir lo que tienen que decir para aparentar? Bueno, pues con
corrupción o sin ella, la política lo que hace es eso.
La política lo
que hace es preocuparse de no decir lo que no debe y decir lo que debe, a
derecha e izquierda. Eso son muchas personas diciendo una cosa por un lado y
mucha diciendo otras por otro, y muy poco espacio para la verdad y para la
determinación, para la transformación real de la sociedad. Mucha gente con la
cabeza en sus asuntos.
Mucha gente
gestionando y poca resolviendo.
Por cierto,
que eso de gestionar y no resolver es muy de nuestros tiempos en todos los
ámbitos, muy de la estandarización, promovida por el Hombre del dinero, que ya
comenté. En efecto, toda la realidad está empañada de ese requerimiento. No se
precisa gente que resuelva sino meras correas de transmisión o de amortiguación
de los diferente canales, propios o extraños. Ése es el perfil que se busca y
es el que encuentra encaje. La política como cualquier actividad precisaría
hombres libres, y así sólo los encuentra hipotecados en origen. Convirtiendo la
democracia en una guerra civil, sin sangre, pero de bandos. Y como se sabe, en
las guerras no se progresa, y cualquier avance es sólo sobre las líneas
enemigas (como se evidencia en el parlamento cada día).
Tenemos que
volver a hablar (a propósito del parlamento) de la efectividad política para
poner en pie esta realidad Ya dije las votaciones realizadas, y sobre qué. Son
1500 votaciones repartidas en unas 40 sesiones realizadas martes y jueves,
básicamente de unas 20 semanas a lo largo del año. 1500 porque para decir “no”
hay que decirlo por partes, 15 votaciones para cada cosa.
La información
se completa cuando asociamos esas votaciones a los verdaderos elementos de
decisión de la actividad plenaria de la legislatura. Así tenemos que en la X (con
mayoría absoluta del PP) salieron adelante 6/217 Proposiciones de Ley. Y en el
primer curso (año) de la XII (sin mayoría) 2/125 PL y 28/448 PNL. Lo demás a la
basura. No parece mucho. No parece muy útil
En todos los
trabajos, hay días en los que echando cuentas del resultado, el poco resultado
del día, uno se dice para sí: “hoy he hecho una mierda aquí”. Y se ha estado,
ocupado, incluso no ha parado, pero por una serie de cuestiones ajenas, el
trabajo no ha sido efectivo. Yo me imagino que de acuerdo a la efectividad del
trabajo, del que se ve por lo menos (y nos importa), la mayoría de los
políticos se deben ir para su casa diciendo lo mismo: “hoy he hecho una mierda
aquí”. Aunque psicológicamente, y por lo que les vale, tengan que llenarlo de
importancia.
(A) Se trata ahora de hacer cosas importantes, cosas de
verdad. La democracia, o esta forma de democracia, está bien cuando se llega a
resultados válidos, rápidos y visibles. No siendo así, a lo mejor tenemos que
buscar otra forma mejor de proceder, otros mecanismos que nos saquen de la
abulia. No podemos estar toda la vida echando pulsos sin fin, dando vueltas en
la noria. Subvencionando y respaldando tamaña estafa.
Sabemos que la
negociación es lo mejor cuando la alternativa es la confrontación, pero salvado
esto, ¿de verdad ésta es la única opción? ¿No hemos aprendido nada? ¿No sirve
de nada todo lo que sabemos de todas las disciplinas? ¿No somos capaces de
fijar algo que esté por encima de nuestras miserias? Como dije en la
presentación, una jerarquía natural de las ideas. ¿No nos damos cuenta que
seguimos siendo bárbaros?
Como sabemos
hay tres tipos de problemas, los domésticos, los estructurales y los
sistémicos. Nadie duda de que los políticos se ocupen y que muchos lo hagan
desde la vocación social, pero la verdad es que, no dando solución a las
cuestiones capitales, para el tratamiento de las domésticas, para ese grado de
complejidad, no nos hacen falta políticos, con administrativos nos vale.
Otros
políticos (ya lo dije) simplemente están instalados y sólo llevan una agenda
para su uso, viviendo en la apariencia. Y algunos otros incluso emponzoñan el
funcionamiento y la paz social al querer dar al interés particular, de un
grupo, una relevancia mayor de la que le es natural.
Tenemos por
delante problemas de otra importancia y vemos que quien tendría que hacer su
trabajo no responde ni con los actuales. No sabe, no puede o no quiere (lo que
hace pensar que esconden algo, que participan del mismo credo, o que
simplemente no sirven). Tenemos ahí a las puertas la 4ª revolución industrial y
nadie dice nada, unos miran al cielo y otros se frotan las manos calculando la
oportunidad de negocio.
Es la falta de
entrega real y de repuesta a las cuestiones usuales, reales, sobre las que se
puede actuar de forma manifiestamente clara y efectiva, la que pone en
entredicho sus capacidades frente a las cuestiones en formación, no tan
tangibles, que son susceptibles de convertirse en endémicas.
(B) Si nos fijamos todo lo dicho en este subbloque sólo
ha servido, al margen de la introducción de algunos elementos de saneamiento
económico, para constatar lo que ya dije en la parte anterior, que por "H" o por "B" no existen herramientas para frenar el deterioro de los veinte próximos años…
Al igual que no han existido para los anteriores. Ahora sabemos por qué o cómo
se sustancia.
O que sí
existen, como las que he planteado, pero hay que tomarlas, estar en esa necesidad.
No tomándolas, el poder político no hará nada más que certificar que la
realidad nos lleva a tal o cual medida, o alargar la agonía mediante otras.
Otras como el beneficio fiscal para la constitución de rentas vitalicias a
cargo de los bienes inmuebles (ya mencionado), que son, claro está, pan para
hoy y hambre para mañana.
Es esta falta
de resolución la que pone en entredicho la propia función política, y la que
hace que tengamos que buscar otros caminos, otras fórmulas, otras soluciones.
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