El pasado 23 de enero hubo una comparecencia del movimiento15M en el parlamento Navarro. En ella se expusieron los argumentos, que en
buena medida compartimos, en cuanto a la regeneración de la vida política,
social y económica.
(1) Sistema político deslegitimado
(2) Grave crisis económica
(3) Sistema financiero quebrado corrupto y criminal
(4) Manifestaciones reprimidas
(5) Desahucios (suicidios)
(6) Caída de las rentas salariales y desigualdad
(7) Las instituciones no nos representan
(8) Queremos democracia real, no ésta irreal
(9) Desafección a la clase política (la clase política como
parte y generadora del problema)
(10) Modificación del artículo 135 de la constitución no
refrendado
(11) Partidos políticos deslegitimados por lo anterior
(12) Programa del partido en el poder diferente al votado
(13) No se cumplen los artículos de la constitución de forma
generalizada
(14) La política es un fingimiento, y la política una
comedia.
(15) Todo lo anterior se resume en que necesitamos un
proceso constituyente.
Los elementos que
componen o dan pie a esa democracia
irreal (punto 8), y que se están concretando en un impulso constituyente, son:
(16) Se ha roto la competitividad de la clase política
(bipartidismo)
(17) Sistema electoral desvirtuado o no representativo
(18) No existen otros mecanismos de participación
(referéndum)
(19) ILP inefectivas (incluso con un millón de votos)
Se alega la
imposibilidad de reformar la Constitución por los propios mecanismos
constituyentes, reforma que debe comprender cuando menos:
(20) La derogación del artículo 135
(21) Consolidación de los derechos sociales
(22) La organización del territorio (autodeterminación)
(23) Pérdida de soberanía ante Europa
(24) Iglesia y poderes fácticos (exenciones fiscales y
ámbito educativo)
(25) Independencia de jueces y ministerio fiscal
Todo ello hecho en un marco democrático (no el de 1978).
Posteriormente el 15M se define como no adscrito a ninguna de las fórmulas o
modelos políticos establecidos, caracteriza cómo debe ser el proceso y solicita
al Parlamento que inicie dicho proceso poniendo a Islandia como ejemplo,
anticipando un organigrama básico: comisión, interlocutores sociales, Forum.
Después intervienen las fuerzas políticas representadas en
el parlamento. En primer lugar Bildu, que mostró una total sintonía (por lo que
lo obviaremos), Después Nafarroa Bay, que mostró esa sintonía (26:40 de reloj) principalmente
en el punto 8 (implica el 16-19), sobre la esencialidad de la democracia, el 10
(28:30), denunciando el valor estructural de la estabilidad presupuestaria,
condicionante de la capacidad de actuación del estado, y el 1 (33:30), sobre el
carácter estructural de la corrupción, fundamentado por el punto 16 (33:50) y el
peso de los lobbys (34:30) como parte del juego político
A partir de aquí intervienen otras fuerzas políticas que,
parejamente a la aceptación de algunos postulados, presentan la crítica o la
objeción a la mayoría de ellos, por lo que es aquí donde nos vamos a detener y
a escuchar de forma más exhaustiva.
Izquierda -Ezkerda
Se acepta el punto 12 (40:10), por lo demás:
Minuto 39:00 Se alega la legitimidad de las urnas nos guste
o no nos guste
Minuto 39:00 Se cuestiona la afirmación “no nos
representan”.
Minuto 41:10 Se alega
que falla el desarrollo de las soluciones, las políticas que se aplican, y no
el marco constitucional.
Minuto 43:00 Tenemos oportunidad de elegir en las urnas qué
tipo de representantes políticos queremos, y, consecuentemente, qué políticas.
Es decir, que a pesar de ser un partido de izquierdas se
presenta claramente constitucionalista y reformista, y reivindica la
legitimidad de los representantes y sus acciones.
Upn
Minuto 45:00 Hace hincapié en esto de la legitimidad de los
partidos y de los representantes y añade la legitimidad y capacidad de
decisión de los ciudadanos que votan a esos partidos dentro del marco de la
actual Constitución.
Salvado esto, se cuestionan tres puntos:
Minuto 46:45 Cómo se articula la participación y se
canalizan las propuestas (cuáles son éstas)
Minuto 47:00 Proceso constituyente no es la panacea a los
problemas.
Minuto 47:45 La Constitución no
soluciona los problemas de corrupción (ni los económicos)
PSocialista navarro
No sólo reivindica la representatividad del parlamento sino
de la acción, la seriedad de la tarea o trabajo llevado a cabo y la
preocupación (54:50). Además de esto,
alega que:
Minuto 52:00 Acepta que sistema político es perfeccionable
(8).
Minuto 53:25 Pero advierte que las reformas políticas no son
consecuencia del sistema político sino de las decisiones, como se puede decir
de la reforma laboral.
Minuto 54:22 Extiende
lo argumentado para el resto de las decisiones políticas o económicas.
Minuto 59:45 Indica
que el proceso es proponer, y debatir y ponerse de acuerdo (en lo que desde la
mirada ajena se ha presentado como teatro)
Minuto 1:00 Se cuestiona, supuesto que tenga que ser otro el
sistema, ¿cuál es el otro sistema?
Minuto 1:20 Una vez presentado hay que ver si es la voluntad
mayoritaria
PP Navarra
Minuto 1:03 Expresa que la propuesta constituyente es caldo
de cultivo de extremismos, fanatismos, populismos.
Minuto 1.05 Las instituciones están por encima de los
movimiento asamblearios.
——————————————
La democracia, ésta que tenemos, no es que sea el más
perfecto de los sistemas imperfectos, es que es el sistema más perfecto que
somos capaces de alcanzar tomando en consideración nuestra capacidad de
consenso y nuestra tendencia a mirar estrictamente por lo nuestro.
Podríamos forzar un hipotético amejoramiento pero éste será
ficticio si algún grupo presenta resistencias y se siente perjudicado (cosa
casi siempre inevitable, sobre todo cuando es forzado). Esto hace que gran
parte de las acciones sean infructuosas y sean políticas de salón, pero no por
ello que forme parte de una escenografía o de una farsa. Muy al contrario
podemos decir que la mayor parte de las veces no hay acuerdo por matices y que los
políticos, al igual que cualquiera de nosotros en una asamblea, una vez tomada
la decisión de participar lo hace con todas las consecuencias y con todo el
empeño de llevar su punto de vista de las cosas (esté ideologizado o no) y de
establecer una confrontación política.
Se da este caso y se da la desidia, pero es evidente que estamos
sujetos, por encima de esa desidia, a la ineficacia y al error, modulados por
la coyuntura económica y política y por la percepción (ideológica) de quien
toma las decisiones, motivadas y avaladas por la afinidad de un determinado
sector social o su pretensión de cubrir sus necesidades.
Las necesidades no son las de un gran colectivo trabajador
frente a una patronal minoritaria y perversa (aunque esto también, sobre todo
cuando esa patronal está representada por delincuentes y hombres sin moral) sino
las del primero frente a un amplio colectivo de pequeños empresarios,
comerciantes y autónomos con unas necesidades bien distintas a los primeros
(legítimas o no, ya se verá). Esto es lo que no se quiere entender y el germen
de toda falta de entendimiento y desafección social. No es una cuestión de
derechas o izquierdas, es una cuestión de cobertura. Hemos superado (a duras
penas) la fractura política de las dos Españas, pero no la económica, que se
utiliza para reeditar la primera. Ésta es la lucha de clases, que trata de
cubrir no sólo las necesidades de hoy sino las posibles futuras, que se
deforman y se hacen perversas.
Ejemplo de esto es el tan traído y llevado artículo 135.
Creo que ya he hablado de ello pero me remitiré a lo expuesto respecto a saber
diferenciar lo aparentemente malo en la coyuntura actual de lo esencialmente
bueno. Una máxima de un administrador, ya sea un padre de familia o un
gobierno, es no gastar lo que no se tiene. La aplicación de esta máxima hará
cuidar el gasto y luego priorizarlo en virtud de lo que la sociedad disponga,
la no aplicación ha dado lugar al gasto injustificado (aeropuertos inútiles, etc.)
y la apropiación indebida, y con todo ello (por desconocido, porque daba igual,
porque parecía que sobraba, cuando era prestado) a la situación que vivimos. No
todo es lo que parece, y como no lo es nos lanzamos a degüello sobre medidas
que propondría el más sagaz y valiente de los gobernantes, temerosos (por de
quien vienen y cómo se ha llevado a cabo) de la letra pequeña, del uso que se
haga, de lo que esconde. Ese miedo puede estar justificado, pero no lo está la
razón inicial en que se sustenta.
Otro ejemplo son las distintas reformas laborales, tomadas
por una decisión política que supera el ámbito de la percepción ideológica para
adentrarse en la necesidad y la obligación de gestionar y dar esa forma de
cobertura. La necesidad se une a esa deformación y a la realidad objetiva del
sinnúmero de elementos coyunturales ineludibles para modificar las condiciones
laborales. Pongamos el caso de la venta por Internet o de las grandes
superficies que supera las capacidades de distribución y de minimización de
costes de cualquier comercio minorista: ¿quién no compra en grandes
superficies, quién no compra por Internet? Eso es un problema real, objetivo,
ineludible (porque responde al comportamiento de la población y las
costumbres), que necesita ser corregido sí o sí en el ámbito que podemos porque
otros no superan (o superar el ámbito).
Tienen que existir criterios para la toma de decisiones. No
pueden ser ideológicos porque excluye pero tampoco exentos de ideología porque
se ningunearía la tendencia (sea cual sea) socialmente mayoritaria. No pueden
ser netamente coyunturales pero tampoco obviar la coyuntura. No pueden estar
sumidos en la realidad pero tampoco olvidarla. Etc.
Existe sin duda una masonería neoliberal dispuesta a ejercer
una acción en una dirección determinada, dispuesta a perder figuras en el
tablero de ajedrez, y dispuesta a ampararlas y socorrerlas en su círculo por
los servicios prestados, pero no por esto podemos sostener una adulteración
generalizada ni un comportamiento fraudulento per se, y mucho menos que éste lo mueve todo ni a todas las
personas.
La no compresión de toda la casuística expuesta y la
percepción única de nuestro punto de vista, junto a toda la corrupción sabida e
imaginada, y todas las componendas vistas en nuestro entorno, es la que hace
pensar que todo es un teatro, aunque para algunos lo sea y aunque muchos se
piensen que están haciendo algo cuando no hacen nada, o que hacen algo para la
sociedad cuando no es así, o que hacen bueno cuando no lo es, como de hecho
ocurre con todo el trabajo realizado por el aparato de los partidos, que se
presenta, al margen de la
intencionalidad, como contraproducente o inútil para el desarrollo de las sociedades.
Esto es así, pero es la forma que tenemos de canalizar los
proyectos, de igual manera que lo trata de hacer el propio movimiento 15M, así
como preparar estrategias, crear estudios y vínculos, desarrollar propuestas, y
establecer itinerarios casi imposibles. Todo cuesta trabajo. Esta praxis social
es susceptible de ser mejorada, pero sólo estableciendo algún grado de
convergencia en determinadas áreas, bien mediante un entendimiento final bien
mediante el sometimiento a un principio superior que nos libere de toda esta
servidumbre y rompa la dicotomía expuesta en los párrafos anteriores, la de la
lucha de clases (lo socialmente antinatural crea constantes réplicas
desnaturalizadas).
Naturalmente, al margen de ser mejorable, es denunciable, entre
otras cuestiones porque para los efectos de la sociedad, se presenta como un
trabajo estéril, esto es, como si fuera cierto todo lo anterior y estuvieran
trabajando para ellos. En consecuencia, al margen de todo lo anterior, de la
coyuntura, de los idearios, y todo lo argumentado por la clase política en pos
de su legitimidad y honorabilidad, no quita que haya una percepción justificada
de que son ineficaces, que acuden a los problemas tarde y mal, precisamente por
esto, porque se pierden en cuestiones que a nadie interesa (o interesa sólo a
ellos) en tanto dejan a un lado (casi no reparan) otras que resultan
socialmente problemáticas y que pueden tener una solución sencilla y poco
costosa económicamente, que sólo depende de la voluntad política (como ha sido
y es la ley de trasparencia), de la falta de voluntad o instinto de
conservación malsano, percepción que se agrava con los continuados casos de
corrupción, de dejación (véase Rato y Ordoñez), y la imposibilidad de
fiscalizar la actividad de forma eficiente, lo que permite revestir de
honorabilidad la ocupación, y la imposibilidad final de imputar los desmanes.
Esto nos habilita para cuestionarnos la ocupación de la
clase política en virtud de los resultados, es decir nos permite cuestionar la
utilidad del desempeño y exigir además de los resultados (un calendario de
actuaciones a toda la clase política, tiempos y propósitos) un medio para
evaluarlos y, en su caso, depurarlos. Y nos habilita para cuestionar el grado
de oportunismo: el ordenamiento jurídico, es connivente con la clase política,
el propio procedimiento jurídico acompañado de algunas prerrogativas, también,
y no existe iniciativa alguna que promueva la limpieza de los basureros por
quienes saben dónde y cómo se acumulan.
La cuestión, por tanto, no es tanto que todo el glosario de
elementos que nos apartan de una
democracia real (puntos 1 a 14, prácticamente obviados en la contestación) o de
una idea de sociedad se den, porque en verdad muchos pueden ser por causa
mayores y otros por nuestras posibilidades de hacer, la altura social, etc. La
cuestión es cuántas veces se aparta la sociedad de esta idea, porque medie el interés
particular, o si se tiene siquiera esa idea y propósito, y cuantas veces lo ha
hecho en la historia de la democracia; o incluso habiendo un buen propósito,
cuántas veces lo ha hecho con contrapartidas personales y el beneficio de
terceros, yendo en todo caso en contra de una sociedad socialmente higiénica.
La cuestión es, en definitiva, si estamos ante una situación
sistémica, que no quiere decir universal, sino minada sistemáticamente por las
acciones imposibles de contrarrestar porque van asociadas al propio modo de
funcionamiento, y deteriorada, en consecuencia, por una mafia encubierta y
clandestina que accede a grandes partidas presupuestarias que gestionan como si
fueran propias y mal-negocian para adquirir para sí o para terceros un
corretaje.
——————————————
Con estos datos se podrían presentar propuestas o
iniciativas que elevaran este espíritu y lo hicieran realidad. Pero no sucede
así porque no es sencillo. Si fuera tan sencillo de llevar a efecto ese
conjunto de propuestas enfocadas al bienestar y la claridad social, y si fuera
tan sencillo converger, no sería precisa esta forma de presión social sino que
sería la sociedad la que en su conjunto la haría suya, y la demandaría sin
opción.
Las iniciativas hacen aguas en su desarrollo porque vienen
acompañadas de otras iniciativas variopintas (el conjunto de cosas que demandan
los grupos sociales) que sobrepasan la demanda, inicial básica y justa, y se
adentra en otra a la que no hacemos nada más que presentar objeciones o
distracciones.
La propuesta final y mayoritaria (aceptada), en consecuencia,
no se corresponde con aquella que ofrece un mejor proyecto de construcción
social ni una mayor convergencia respecto a lo que construye y soluciona sino la que nos plantea menos objeciones,
menos incertidumbre o contrariedades, y que no se aparta finalmente del sentido
común demandado. Diversidad, pluralidad y dispersión muy propia de la
izquierda, y por ello somos lo que somos y estamos donde estamos.
En cualquier caso, no se puede elevar y construir propuestas,
tal como argumenta la representación del PP (como alternativa a la fórmula establecida),
mediante un simple movimiento asambleario que emule y sustituya el organigrama
actual, que presenta los problemas propios del dialogo parlamentario (de
cualquier debate) pero sin sus conquistas. Una incertidumbre más. Hoy por hoy
los encuentros asamblearios son lugares de exposición tosca, y debate y
deliberación burda y deficiente, lo que hace necesario o invita, cuando menos
en el aspecto formal, a no desechar el trabajo histórico y a aprovechar las
estructuras (el asamblearismo iría hacia el federalismo) y mejorarlas. Esto es,
no se trata de establecer una estructura piramidal de decisión rudimentaria
paralela, se trata de llenar de contenido los diferentes estadios de las
existentes, bien mediante la modificación de los estatutos de los partidos
políticos que supongan un freno bien mediante la incorporación de
organizaciones alternativa que lo contemplen.
Ya dijimos que la imperfección del sistema democrático nace
para empezar de la existencia de esas partes en confrontación que supone una
lucha de poderes y una resistencia al avance. Para avanzar tenemos que ver
todos más o menos lo mismo, y eso muchas veces no lo otorgan ni siquiera las
personas sino el marco histórico. Caso contrario ya hubiéramos superado todas
las contradicciones hace mucho tiempo.
Esto quiere decir que estamos aquí porque no hemos podido
alcanzar otro estado mejor de las cosas, en virtud de nuestra capacidad de
síntesis histórica. En ello estamos y debemos estar, en saber refundir todo lo
anterior y llevarlo a un único plano que nos sirva de base y nos permita
vislumbrar el estadio posterior, en saber entrever cuál de todos los pasos
posibles va a ser el paso efectivo para así promoverlo. ¡Ojo! El paso siguiente
posible, no un futuro idílico desconectado de nuestra realidad y sin caminos
posibles desde ella. Esto es una razón también de por qué todo el que quiere
cambiar algo se somete a la disciplina de los partidos y de la realidad, aunque
no sean nada atractivas, para disponer de canales efectivos de transformación
aunque estén llenos de trampas.
Ésta es una fórmula, otra es la de las propuestas
arriesgadas que tratan de convulsionar a un sistema satisfecho de sí mismo, y
otra muy diferente es la del todo o nada, la del que no tiene nada que perder y
trata de romper sin aportar un verdadero recambio, que suele estar asociado a
comportamientos suicidas, en lo personal, y apocalípticos, en lo social, es
decir, de quien en todos los órdenes de la vida trata de buscar una vía de
escape.
En este caso la vía de escape puede ser el proceso
constituyente. Ya se ha expuesto y detallado en la ponencia,
a propósito del III encuentro, y a propósito del
I encuentro, antes de ella, que no es que no se pueda optar a la
modificación de la Constitución,
la cuestión que se plantea es si es lo que necesitamos en este momento para la
solución de los problemas políticos y económicos, si es oportuno, tal como
postulan en la comparecencia la mayoría de las fuerzas políticas. Y, en último
término, si hay alternativas y cómo ponerlas en marcha para que dejen de
aparentar: salidas desesperadas o atajos oportunistas, y, sobre todo, para que
sean efectivas.
Las vías de escape no suelen ser de verdadero escape porque
arrastran todo lo que somos, nuestra forma de hacer las cosas (todo lo ya
expuesto), lo que da lugar antes o después a reproducir las mismas discrepancias:
no se puede eludir la confrontación, la disparidad de criterios, etc. No suele
ser de escape, entre otras cosas, porque a la sociedad no sólo hay que
cambiarla sino habituarla al cambio, y eso sólo se hace con el cambio que lleva
aparejado una determinación clara de la opinión pública.
En este caso, queremos una nueva Constitución, pero ¿qué Constitución?
Ya he dicho por activa y por pasiva que antes de cambiar las reglas tenemos que
tener claro un modelo de sociedad que le sirvan de fundamento. ¿Tenemos un
modelo de sociedad? Verdaderamente no. Si vamos a lo primero, que es la
organización o estructura del Estado, ya nos perdemos (en lo que somos). Y
después viene lo segundo, y lo tercero… Todo lo que somos.
Una vez que queremos poner en marcha una revisión, la
utilizamos para poner sobre la mesa aquello que somos o pretendemos ser (podemos
si queremos invertir la causa y el efecto, y darnos cuenta de que apostamos por
lo primero para lo segundo), aquello que nos diferencia, lo que llevamos en la
mochila, para sacar partido (hacer partido), en vez de tratar de alcanzar lo
común, lo que nos sirve a todos. El republicano habla de su republicanismo, el
ecologista su ecologismo, la relación con Europa, la relación con la Iglesia,
la memoria histórica…
Lo común es una cosa, lo no común pueden ser cientos de
ellas. Entre esas cientos, claramente dos opuestas. Eso es peligroso, eso no
sirve a la sociedad, ése no es el primero de nuestros problemas y se quiere
hacer que lo sea, ese no era el propósito, el anhelo y la necesidad general de
la sociedad. El anhelo debe estar en alcanzar una sociedad que funcione bien,
en no complicar su funcionamiento, y para ello en realizar una purga selectiva
de aquellas cosas que hacen aquí y ahora que el sistema sea un sistema
inefectivo, lo demás, lo de ir un poco más allá, ya vendrá. No se puede
pretender alcanzar una determinación sobre algo en la que la sociedad está
dividida al 50%.
Restringiéndonos a la estructura del Estado, una
modificación de la Constitución, y en general todo el movimiento del 15M, está
pensada para ser más ciudadanos o individuos liberados de los avatares
particulares de su administración, y la otra, para ser más dependientes de
ella, para fortalecer ese vínculo. Una modificación está pensada para romper la
idea ancestral de nación, de pertenencia, y otra para revitalizarla. Una para
quitar la presencia incómoda del Estado, otra para intercambiarlo por otro
Estado más local, más cercano, más asfixiante, más Estado.
No se puede hacer un proceso constituyente con dos ideas antagónicas,
una para crear un proyecto social común y otro para romperlo mediante la
autodeterminación (el 15M de Navarra ha caído en la trampa, en esta
incoherencia en el punto 22, a pesar de haber declaro su no adscripción). Una
es una modificación social de la Constitución, la otra es la utilización
política de la misma, esto es, servirse del proceso constituyente para alcanzar
la modificación de la Constitución que permita la autodeterminación que no se alcanza
por vía parlamentaria, lo que puede suponer un uso político fraudulento del movimiento
ciudadano.