El principio de bipolaridad no es sólo un esquema
de funcionamiento o la expresión de la dualidad la naturaleza de las cosas, sino
la expresión de la dualidad a la que nos somete dicha naturaleza o la nuestra
propia como parte de ella. Somos oprimidos u opresores, pasivos o activos, trabajadores
por cuenta ajena o propia, etc.…, y en función de esto tendremos una
perspectiva u otra, un posicionamiento en la vida. Por todo ello es además la
expresión de nuestra visión parcial, sesgada e incompleta, de nuestras
limitaciones e incapacidades.
Frente a un único sentido de la vida (el nuestro),
el principio de bipolaridad nos enseña otro, y cómo ambos se presentan como fuerzas
complementarias para el crecimiento y el desarrollo de las sociedades, si bien
es cierto que con muy distinta servidumbre.
En lo que respecta a la riqueza, el sistema
necesita de una determinado reservorio de riqueza (efecto de la desigualdad)
para funcionar, un sector hace de esa desigualdad su materia prima, en tanto
que para el otro es intrínsecamente nociva (causa de más desigualdad); además
de ser contraria al desarrollo natural de las sociedades. Es decir, que la
desigualdad necesaria para el crecimiento y desarrollo de las sociedades es
esencialmente contraria —porque crea
nueva desigualdad y por la bipartición de la masa social en dos clases bien
distintas— al desarrollo de las
sociedades. Esto es una paradoja que hay que resolver.
Para unos, por tanto, hay que crecer y para ello
hay que aumentar el diferencial (la ddp), y para otros hay que llegar a la
igualdad, lo que implica una ddp menor y un menor crecimiento. Esto también hay
que resolverlo.
La solución no puede ser el aumento del crecimiento
a costa de la igualdad ni el aumento de la igualdad a costa del crecimiento (que
es la capacidad de corrección de los ajustes macroeconómicos) o incluso a costa
de la viabilidad de nuestro sistema socioeconómico: poner en juego nuestra supervivencia
o caer en la subsistencia. La solución tiene que ser otra.
Tendremos tiempo de hablar del problema y de la
solución (ya esbozados en el Manifiesto, y
que retomaremos en el tercer bloque de la Teoría social), pero entre tanto podemos decir
que un proyecto de futuro, o modelo social que se precie, tiene que dar
solución a esta cuestión, esto es, debe imaginar un esquema de funcionamiento
económico suficiente que no esté basado en la desigualdad… Y debe darla de
forma urgente e inexcusable porque la situación va evolucionando de forma
natural (por difusión) en el sentido contrario, esto es, en el de necesitar
cada vez más un mayor diferencial para funcionar, y esto por causa del propio
desarrollo, de la optimización (tecnificación) de procesos y la globalización.
El grupo que asuma dicho modelo debe estar en esa
idea y debe llevar a la sociedad (a los dos polos) a la comprensión de la misma.
Esto no es fácil porque un colectivo está en una idea y otro en otra, dando
lugar a dos facciones sociales irreconciliables y una lucha de clases, pero no
es desatinado ni desechable porque, al igual que ocurre con el cambio
climático, aunque existan dos grupos con intereses bien distintos, hay una
realidad y una necesidad superior común: la supervivencia.
La evolución natural de la sociedad debe ser hacia
el bienestar y hacia la consolidación de una extensa clase media, pero esto entra
en confrontación con la dinámica del sistema y con los mecanismos actuales de
crecimiento. La realidad nos empuja a hacer las cosas de una determinada
manera. El afán de muchos se pliega a esa realidad en tanto que otros tratan de
superarla mediante anhelos imposibles: sólo se sabe empujar hacia uno de los
dos estados extremos de la naturaleza bipolar (también en el planteo de la
solución de la propia crisis). Esto debe cambiar.
Las medidas aplicadas deben tener una finalidad muy
clara en este marco (el de la bipolaridad), muy distinto de los diferentes
ajustes macroeconómicos aplicados en el marco de la economía de mercado (aunque
luego aquélla tenga repercusión en ésta).
Un cambio en la cultura económica debe cambiar el
lenguaje y las pretensiones. El lenguaje actual sólo sabe de medidas
correctoras de los índices fuera de rango a costa de sacar a otros de margen. En
cambio, un diagrama de potenciales y flujos (variables naturales de la
bipolaridad) sabe de estados o estadios socioeconómicos. Una economía nueva
debe tratar de la dinámica de estados.
Hablar de estados es hablar de las pretensiones
finales del sistema económico.